La importancia de las relaciones sociales del ser humano puede entenderse si partimos de esta consideración: “No es bueno que el hombre esté sólo” (Gen 2,18).
En esta frase del génesis, Dios no se refiere exclusivamente a la soledad de Adán, sino también a la soledad de Eva. La soledad, en el sentido más estricto, hace daño al hombre.
En la sociedad actual hay muchos adolescentes que están solos muchas horas al día. Eso hace que, en el poco tiempo que se pasa con ellos, sea más sencillo resolverles los problemas que ayudarles a que ellos mismos encuentren una solución. Es bueno reflexionar sobre esta actuación que, como padres, es casi inconsciente. No nos gusta verlos sufrir el tiempo que compartimos con ellos y nuestra visión subjetiva de padres, a veces, hace que actuemos antes incluso de que nos necesiten. Pero habría que considerar que, con esta forma de actuar, retrasamos la consecución de una de las metas de su vida, que es alcanzar la madurez.
Ejercer la autoridad en el mundo actual es todo un reto, al que los padres se tienen que enfrentar desde que los hijos son pequeños. La mejor manera de hacerlo es de forma firme y positiva.
La autoridad no está reñida con el cariño y la flexibilidad, más bien al contrario; para que sea efectiva, estos dos elementos tienen que estar presentes en la labor educativa, ya que los hijos, cuando se sienten queridos, asumen mejor las indicaciones que les dan sus padres.
“Si quieres que te quieran, quiere tú primero”. (Seneca). No podemos dejar caer a los niños en una situación de amarga soledad, en el vacío del amor. Para ello, necesitan ser instruidos en el arte de aprender a querer a los demás. Tarea ardua y difícil, que tiene su estadio de crecimiento más fructífero en los primeros diez o doce años de la infancia. Aprender a amar es uno de los aspectos más importantes en la vida de cualquier hombre o mujer y una de sus dimensiones, la más valiosas de ese arte, es al amor de amistad.
El periodo de adolescencia en los jóvenes actuales es una etapa de la vida en la que “adolecen” de muchas cosas, pero también es un momento en el que maduran y crecen como personas muy rápidamente. Durante este tiempo, su cerebro está en construcción y, de igual forma que no podemos pretender que una casa que está en obras funcione como si no lo estuviera, tampoco podemos tratar de que nuestros jóvenes hagan todo bien, a la primera y, por supuesto, sin protestar ni frustrarse.
Hace varios años, mucho antes de la pandemia, tuve una tutoría con la madre de una de mis alumnas, que era extremadamente tímida e introvertida, pero ciertamente trabajadora y con mucho talento artístico.
En esta conocida película de animación, podremos disfrutar de un buen rato en familia. Animales y personas protagonizan esta divertida comedia que gira alrededor de la comida. El protagonista, una rata de campo cuya máxima aspiración es convertirse en un chef de cocina, vivirá una divertida aventura junto a su amigo Alfredo Linguini. Ambos descubrirán el maravilloso mundo de la cocina y el preciado tesoro de la amistad.
En los años dedicada a la enseñanza de niños menores de 5 años he podido comprobar que los sentimientos que la comida puede generar en los más pequeños son de lo más variado: alegría, emoción, preocupación, asco, angustia, cansancio, enfado, etc. Gran parte de esas emociones que sienten nuestros hijos son fruto de lo que les hemos enseñado; por lo tanto, los padres tenemos una gran responsabilidad en este tema. Es cierto que hay niños que disfrutan comiendo y otros que consideran el momento de la comida como una rutina más del día, pero enseñar a comer va más allá de los buenos modales en la mesa o el gusto por determinados alimentos.
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