En esta conocida película de animación, podremos disfrutar de un buen rato en familia. Animales y personas protagonizan esta divertida comedia que gira alrededor de la comida. El protagonista, una rata de campo cuya máxima aspiración es convertirse en un chef de cocina, vivirá una divertida aventura junto a su amigo Alfredo Linguini. Ambos descubrirán el maravilloso mundo de la cocina y el preciado tesoro de la amistad.
En los años dedicada a la enseñanza de niños menores de 5 años he podido comprobar que los sentimientos que la comida puede generar en los más pequeños son de lo más variado: alegría, emoción, preocupación, asco, angustia, cansancio, enfado, etc. Gran parte de esas emociones que sienten nuestros hijos son fruto de lo que les hemos enseñado; por lo tanto, los padres tenemos una gran responsabilidad en este tema. Es cierto que hay niños que disfrutan comiendo y otros que consideran el momento de la comida como una rutina más del día, pero enseñar a comer va más allá de los buenos modales en la mesa o el gusto por determinados alimentos.
Victor Frankl es un psicólogo mundialmente reconocido. Su libro más popular es “El hombre en busca de sentido”, en el que expone en primera persona, gran parte de su experiencia personal en Auschwitz y en los otros campos de concentración en los que estuvo durante la Segunda Guerra mundial por su origen judío. Esta experiencia le sirvió para desarrollar con mayor profundidad la llamada Tercera Escuela Psicológica de Viena: La Logoterapia, que establece como motor de la vida la búsqueda de sentido. Antes había pertenecido a la Escuela de Freud y Adler que afirmaban que el sexo y el poder, respectivamente, eran los motores para llegar a una vida plena. Pronto se desligó de estas dos escuelas.
Escrito a modo de cuento, con mucha frescura y sentido del humor, pero con una gran carga de trascendencia y fidelidad a la doctrina católica, este libro puede acompañar a pequeños y mayores para vivir de una manera más espiritual el nacimiento del Niño Dios.
Se acercan las deseadas vacaciones de Navidad, las calles se van llenando de luces y adornos. Es tiempo de preparación, de recogimiento, para la venida del Salvador. Los niños viven con una gran ilusión la preparación del cumpleaños de Jesús, pero la pregunta es ¿y los adultos vivimos este tiempo con esa ilusión infantil o nos domina el agobio de regalos, comidas, etc.? Sí es así, lo primero que debemos hacer es pararnos y reflexionar sobre lo que realmente es importante en estas fechas, ¿qué “cosas” pueden llenar el corazón de nuestros hijos? Desde luego, ni los juguetes de los Reyes Magos, el Niño Jesús, o Papá Noel conseguirán llenar de felicidad el corazón de nuestros niños.
Es indudable, como dice Goleman - una auténtica eminencia en el campo de la inteligencia emocional, que existe “un desasosiego emocional que parece ser el precio que los jóvenes han de pagar por la vida moderna”. El hombre es, para bien o para mal, ser de costumbres. La parte positiva es que este hecho hace que adquiramos rutinas y hábitos que nos ayudan a mejorar, en contraposición, nos acostumbramos a normalizar situaciones que, por desgracia, no son normales. Nos hemos acostumbrado a jóvenes perdidos, a adolescentes tristes, taciturnos e incluso violentos, nos parece “lo normal para la edad”.
Catherine L´Ecuyer, autora del también best seller Educar en el asombro, sorprende esta vez con una obra en la que da pautas para educar en un mundo “con más pantallas que ventanas”.
Cuando amas a alguien, quieres mirarlo a los ojos y decirle: “¡Qué bueno es que existas!, ¡Qué maravilloso es que estés aquí!” Celebramos, con estas palabras el hecho de que esté a nuestro lado. Pensamos en esa persona y queremos manifestarle nuestro amor de mil maneras, pequeñas -de ordinario-.
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