Cinderella man narra la historia del campeón mundial de los pesos pesados James J. Braddock y de su familia en la época de la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos. La cinta, protagonizada por Russell Crowe y Renée Zellweger, comienza con los primeros años del feliz matrimonio formado por James y Mae. La pareja y sus pequeños vástagos disfrutan de una fantástica mansión, con servicio doméstico, gracias a los ingresos que obtuvo Braddock durante sus tiempos de éxito como mejor bo
Les compartimos, con mucha alegría, que el martes, 22 de junio, a las 7PM (Perú), el Mg. Pablo Augusto Perazzo, estará presentando su segundo libro: “Yo también quiero ser Feliz en el Sufrimiento”, a través de su fanpage del Proyecto Felicitas.
Álvaro y Macarena llevaban proyectando aquel viaje con sus cinco hijos más de un año. Era la primera vez que la familia iba a un lugar de playa y tenían la ilusión de pasar unos días entrañables en familia. El primer día de la estancia decidieron salir por la noche a dar un paseo con los niños, recorrer el paseo marítimo, y tomar juntos unos helados en un establecimiento muy conocido de la localidad que servía maravillosos sorbetes de más de treinta sabores distintos.
El periodo sensitivo de la sinceridad se vive, de forma más intensa, entre los tres y diez años. Al principio, los niños son muy espontáneos y dicen lo primero que se les pasa por la cabeza. Este acto no es un acto de sinceridad; es un acto de espontaneidad y, por lo tanto, hay que ir haciéndoles entender que no solo hay que decir lo que se piensa sino también, pensar lo que se dice.
Para que los hijos no se conviertan en pocos años en auténticos tiranos, capaces de amargar la existencia a los padres y, de amargarse la vida a sí mismos con exigencias imposibles de cumplir; es necesario educarles de modo constante en la gratitud. Es esta una tarea que requiere constancia, paciencia, recordar de forma habitual, algunos fundamentos del agradecimiento, enseñarles a dominar sus caprichos y antojos y formarles en la fortaleza, la caridad y la templanza.
Datos bibliográficos. USA. 1946.
Autor: Frank Capra
George Bailey es un hombre generoso y altruista, felizmente casado con Mary, una bella mujer con la que cuida de su numerosa prole. Sin embargo, al ser incapaz de afrontar un pánico financiero en la compañía de empréstitos que dirige, heredada de su padre, y agobiado por la insoportable presión a la que es sometido por un anciano ricachón y despiadado que quiere arrebatarle su pequeño negocio, decide suicidarse.
Cuando está a punto de cometer esa locura, y deseando no haber vivido nunca, aparece en su vida Clarence Oddbody, un ángel encarnado en un dicharachero y simpático personaje, enviado desde el cielo por Dios para conseguir que desista de su idea. La estrategia del bonachón y algo inocente ángel será la de mostrar a George todo lo que hubiera sucedido si se cumpliera el deseo que ha manifestado de no haber existido.
La película es una excelente reflexión sobre la realidad de la familia, de los dones que muchas personas reciben sin saberlo, de la belleza de ser generoso y entregarse a los demás, y de la felicidad que este sacrificio produce en la vida de las personas.
“No sólo se camina para llegar, sino para vivir en el caminar”. Esta frase de Goethe le sirve al autor para plantear el contenido de esta obra: todo ser humano está hecho para alcanzar un fin y para conseguirlo, fin que pasa por diversas etapas o formas básicas de la existencia humana; cada etapa es importante y se vive en un tiempo concreto del camino, pero lo fundamental es que cada una de ellas ayude al protagonista a llegar a un fin ;que lo haga mejor persona.
Hace tiempo, siendo la directora del coro del colegio, una alumna de nueve años se presentó a las pruebas casting para poder entrar y formar parte del coro. Me remangué a favor de su ilusión para comprobar su talento y seleccionar qué voz tenía. Después de varios intentos en los que le iba subiendo y bajando los tonos para que ella repitiera lo mismo, no acertó en emitir ningún sonido parecido. Ella subía el tono mucho más alto y desafinado de lo que se le daba… En un momento, le miré a los ojos y le pregunté el porqué de esas subidas de tono; la alumna, sin inmutarse y con una sonrisa de oreja a oreja me contestó:” Es que mi madre me dice que lo haga así porque… ¡yo soy soprano!”
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