En los años dedicada a la enseñanza de niños menores de 5 años he podido comprobar que los sentimientos que la comida puede generar en los más pequeños son de lo más variado: alegría, emoción, preocupación, asco, angustia, cansancio, enfado, etc. Gran parte de esas emociones que sienten nuestros hijos son fruto de lo que les hemos enseñado; por lo tanto, los padres tenemos una gran responsabilidad en este tema. Es cierto que hay niños que disfrutan comiendo y otros que consideran el momento de la comida como una rutina más del día, pero enseñar a comer va más allá de los buenos modales en la mesa o el gusto por determinados alimentos.
Minutos antes de ser asesinado Maximiliano Kolbe en Auschwitz, cuando entregaba su vida a cambio de la liberación de la pena capital a un padre de familia, exclamó: “solo el amor crea”. Es que solo el amor es capaz de modelar, de una manera extraordinaria, todas las obras que realizamos.
El desprendimiento es una virtud por la que las personas saben vivir sin atarse con lazos excesivos hacia los bienes materiales en general o hacia algunos en particular. Este hábito es un modo concreto de practicar la templanza, que permite al ser humano disfrutar de la vida con la libertad y la alegría de los hijos de Dios sin aherrojarse a las cosas; sin dejar que los vicios o las pasiones desordenadas esclavicen sus apetitos; con capacidad para decir no con tranquilidad, sin angustias; y para decir sí con agradecimiento a Dios y sentido de la medida.
Os comparto unas cartas que impresionan porque nos hacen pensar y saber cómo se sienten los niños durante el confinamiento por la pandemia de SARS-COV-2. Todos valoran la familia como
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