Marzo 2023: La motivación está sobrevalorada
Soy consciente de que el título de este artículo puede ser juzgado como pretencioso e incluso fingido, pero trataré de argumentar mi opinión, no con la intención de convencer a nadie, sino como vehículo hacia la reflexión y como contrapunto a lo extendido actualmente.
Son muchos -y cuando digo muchos, es muchos-, los padres que achacan el bajo rendimiento o la apatía de sus hijos a falta de motivación. Cuando me plantean esto, siempre les pregunto al tipo de motivación al que se refieren, si a la extrínseca o exterior o a la intrínseca o interior de cada persona. Según sea su respuesta, trabajo de una u otra forma con esa familia.
Ciertamente, la mayoría de las padres agradecen que les hable de esta diferencia, porque apenas se habían planteado la posibilidad de que hubiera otra motivación que no fuera la puramente extrínseca. Es obvio que, con una motivación externa constante, las cosas apetecen más, salen mejor, o al menos, parecemos estar más predispuestos a que así sea. Sin embargo, es importante remarcar que seguramente les resulte muy complicado, igual que nos ocurre a los profesores, motivar a un chaval las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. De igual forma, la vida tampoco es siempre motivante. Y es que, si les hacemos creer que esto siempre será así, acabamos engañándolos, puesto que encontrarán en la vida mil y una cosas que no les motiven pero que necesiten hacer. Un ejemplo sencillo, pero claro, es el de madrugar. ¿A quién le motiva madrugar para ir a trabajar, al colegio, etc.? Prácticamente a nadie. Y no dejamos de hacerlo por falta de motivación.
Es por todo esto por lo que debemos desarrollar en nuestros hijos y alumnos la capacidad de automotivarse y desarrollar su crecimiento en virtudes. Esta será la forma de contrarrestar cuando lo externo no motive per se. ¿Qué hacer cuando no me motiva lo de fuera o los de fuera? La respuesta es sencilla pero complicada a la vez: hay que usar otras herramientas que debemos también inculcar a nuestros hijos y alumnos: motivar-nos desde dentro. Y hasta que eso ocurra, y para favorecer que ocurra, usar la fuerza de voluntad, el esfuerzo, los hábitos, la disciplina, el buen uso de la libertad…
Si conseguimos que nuestros hijos tengan bien trabajadas todas ellas, no serán esclavos de apetecismos, de qué les ocurra en la vida ni de qué tiempo haga. Ellos serán los dueños de sí mismos y su capacidad de su-peración, de lucha, de esfuerzo y de autoexigencia dependerán única y exclusivamente de su desarrollo y madurez personal.
No echemos balones fuera ni exijamos al universo que motive a nuestros hijos, porque como dice mi santa madre, “la vida es bella, pero hay que tirar de ella”. Preparemos a nuestros hijos para las dos partes: para la bonita, pero también para la que no siempre lo es. No les hagamos creer que siempre encontrarán un motivo en el entorno que recompensará, al instante, su esfuerzo. Siempre será mejor que el motivo sean ellos, sus planes, sus retos, sus metas, sus ganas de mejorar, de ayudar… En definitiva, evitemos mirar siempre fuera y ayudémosles a mirar más hacia dentro.