Como padres, no nos gusta ver sufrir a nuestros hijos, al contrario, intentamos protegerlos de todo lo que pueda herirlos, molestarlos o hacerles enfadar. Pero no podemos eludir que el sufrimiento es una realidad que nos va a acompañar toda la vida, y al igual que muchos aprendizajes nos ayudan a desenvolvernos en el mundo, el aprendizaje del sufrimiento debería ocupar un lugar especial en nuestra tarea educativa.
Son muchos -y cuando digo muchos, es muchos-, los padres que achacan el bajo rendimiento o la apatía de sus hijos a falta de motivación. Cuando me plantean esto, siempre les pregunto al tipo de motivación al que se refieren, si a la extrínseca o exterior o a la intrínseca o interior de cada persona. Según sea su respuesta, trabajo de una u otra forma con esa familia.
Fresco y directo, este libro de Pep Borrell habla de vivir el gozo, de disfrutar de las pequeñas cosas, de la alegría que produce estar casado y compartir un proyecto de vida único con la persona de la que estás cada vez más enamorado.
Recoge la historia de Riley y sus padres. La historia comienza al nacer Riley y llega a su punto álgido, cuando la familia debe trasladarse de ciudad por cuestiones laborales del padre de Riley. Este traslado, que coincide con los primeros cambios propios de la adolescencia en Riley, supondrá una revolución para la vida de los tres miembros de la familia.
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