“Fue hace años. Entrábamos en el comedor del colegio. Era el primer día de clase. Se oían muchos pequeños del primer curso de infantil que no querían comer y con lagrimones y mocos hasta el baby decían: - mamá, mamita.- Pero de repente, entre los sollozos se escuchaba a un pequeño que recitaba otra melodía distinta pero que a mí me pareció especial, dicha con más emoción y más entrañable:- “buela”, abuela, ven conmigo- .
Hace tiempo, siendo la directora del coro del colegio, una alumna de nueve años se presentó a las pruebas casting para poder entrar y formar parte del coro. Me remangué a favor de su ilusión para comprobar su talento y seleccionar qué voz tenía. Después de varios intentos en los que le iba subiendo y bajando los tonos para que ella repitiera lo mismo, no acertó en emitir ningún sonido parecido. Ella subía el tono mucho más alto y desafinado de lo que se le daba… En un momento, le miré a los ojos y le pregunté el porqué de esas subidas de tono; la alumna, sin inmutarse y con una sonrisa de oreja a oreja me contestó:” Es que mi madre me dice que lo haga así porque… ¡yo soy soprano!”
Este Sitio Web utiliza Cookies analíticas para mejorar nuestros servicios y la experiencia del usuario. Al navegar en el Sitio Web o interactuar en el mismo, aceptas el uso de estas Cookies.No obstante, puedes cambiar la configuración de Cookies en cualquier momento. Más Información