De un tiempo a esta parte, muchos padres con hijos adolescentes sienten que su rol para con ellos se desdibuja cada día con más facilidad. Sus hijos buscan referencias en las redes sociales, en las series, en los programas de televisión, en sus iguales, y es de todos ellos de quien reciben sus reclamadas validaciones.
Si a esto le sumamos el miedo que muchos padres tienen de pecar de autoritarios y de su intento por evitar ciertos enfrentamientos familiares, se termina, muchas veces de forma inconsciente, por abdicar de su verdadera y necesaria autoridad: “Nos hemos centrado tanto en la obediencia y en ser figuras de autoridad que hemos dejado de lado la idea de que la autoridad se puede ejercer de forma firme y respetuosa” (Cazurro, 2023).
Cualquier aspecto llevado al extremo asume cierta connotación negativa: ideas religiosas, políticas, filosóficas, comportamientos… De hecho, ya Aristóteles lo confirmó con su famoso aforismo “in medio virtus”, (en el centro está la virtud), admitiendo que todo aquello que se acercara al exceso, o al defecto, se alejaba de la idea virtuosa.
Sin embargo, y a nada que nos fijemos, es fácil caer en la cuenta de que el mundo que nos rodea es un mundo de prisas, de excesos: un “hipermundo”; Hiperactivo, hiperexigente, hiperestimulado, hipersexualizado, hipertenso, hipeconectado… Y sin ser la actividad, la exigencia, la estimulación, la sexualidad, la tensión o la conectividad malas en sí mismas, sí que es cierto que acarrean consecuencias nefastas al alejarse de su centro virtuoso.
La importancia de las relaciones sociales del ser humano puede entenderse si partimos de esta consideración: “No es bueno que el hombre esté sólo” (Gen 2,18).
En esta frase del génesis, Dios no se refiere exclusivamente a la soledad de Adán, sino también a la soledad de Eva. La soledad, en el sentido más estricto, hace daño al hombre.
Ejercer la autoridad en el mundo actual es todo un reto, al que los padres se tienen que enfrentar desde que los hijos son pequeños. La mejor manera de hacerlo es de forma firme y positiva.
La autoridad no está reñida con el cariño y la flexibilidad, más bien al contrario; para que sea efectiva, estos dos elementos tienen que estar presentes en la labor educativa, ya que los hijos, cuando se sienten queridos, asumen mejor las indicaciones que les dan sus padres.
En los tiempos que corren hablar de autoridad está mal visto, porque es una autoridad mal entendida. Cuando hablamos de que los niños necesitan tener una autoridad en la familia
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