Sólo el título del libro ya nos dice mucho. El artista ama su creación y para crear hay que amar, Dios así lo ha hecho; pero para entender el contenido de esta obra es necesario comprender a fondo el significado de la palabra “amar”.
Dan Siegel, neurocientífico americano, nos dice que no hay necesidad de bombardear a los niños, ni a nadie, mediante estímulos, con la esperanza de construir mejores cerebros humanos. El cerebro se desarrolla adecuadamente en un entorno familiar y escolar adecuado y con una cantidad mínima de estímulos. Lo que cuenta, añade, es la calidad del vínculo que existe entre el niño y su principal cuidador.
La Navidad es un tiempo de alegría y esperanza, de amor y gratitud. Estas virtudes son las que se deberían vivir en todos los hogares cristianos, en todas las familias, pero, a veces, con las prisas, lo olvidamos y la navidad nos lo recuerda.
La autora recibió en 1979 el premio Gran Angular por este libro. Aunque relata cómo era la vida en la España rural de la época, las pasiones humanas presentes en el libro son atemporales: la necesidad de reconocimiento, el trabajo bien hecho, la bondad, la difícil lucha contra “lo establecido” y para salir de la zona de confort, el servicio abnegado como fuente de felicidad, la amistad, la generosidad y el amor.
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