Septiembre 2023:NIÑOS TÍMIDOS: MÁS QUE UN MODO DE SER
El carácter surge de la relación entre el temperamento con el que nacemos y los actos libres que realizamos. Se fortalece, se cambia cuando hay un deseo y hay lucha positiva; es algo personal. Tiene mucho que ver con nuestra biografía, con nuestro yo, con esa parte de la persona que se puede educar. Los niños muchas veces no son como se portan, sino como las circunstancias les hacen portarse. Esas personalidades hay que ir forjándolas, educándolas, por un plano inclinado.
Necesitamos, como educadores, tener bien claro que el niño nace, pero también se hace.
En los años de infantil y sobre todo en los años de primaria, es un quehacer importante la observación de las actitudes y comportamientos que van tomando nuestros hijos. Cómo funcionan esos tres factores que son coordenadas del carácter: la emotividad, la resonancia y la actividad.
- La emotividad es la repercusión que tiene las cosas en uno mismo. En cada uno de nuestros hijos repercute de forma bien distinta.
- La resonancia es la profundidad, la huella, que dejan en nuestros hijos los acontecimientos que ocurren. Es algo que dura, que influye, que tiene un peso, sobre todo en el pasado vivido y que lleva a tener consecuencias en un futuro. Hay que estar pendiente de este factor.
- La actividad es esa capacidad de actuar, de realizarse con la acción.
A veces, sin darnos cuenta, podemos dejar pasar algunas heridas afectivas y los niños que no las curan van formando en su vida una actitud tímida. Ese estado afectivo les retrae, les echa para atrás, les hace mostrarse de una manera incómoda y molesta ante los demás, simplemente porque la situación que tiene que vivir no le gusta.
Los hijos tímidos necesitan que les ayudemos a crecer en confianza en sí mismo. Y ¿cómo se crece en confianza en uno mismo?, es más fácil si les ayudamos a que pongan confianza en los demás. Los niños que están metidos en la timidez nos reclaman que les enseñemos a aceptarse como son, que no es tirar la toalla, ni falta de lucha; todo lo contrario: es la valentía de quererse como es, sin miedo ni temor a equivocarse. Y seguido de esta actitud, una confianza sin límites en el amor de sus padres, porque el cariño que todo lo cura.
Ese proceso de aceptación de uno mismo les da valentía para mostrarse como son, sin miedo al qué dirán, sin retraerse por lo que piensen los demás. Los niños tímidos necesitan conocerse, que les digamos claramente cuáles son sus puntos fuertes y que muchas veces pueden escuchar de nuestros labios “que contenta o qué contento estoy contigo”. Porque, si no sienten ese cariño, que les queremos como son… no podremos hacer nada por educarlos.
Todos necesitamos que a veces nos pongan una medalla, que nos ayuden a ver lo bueno, que nos ayuden a examinarnos para corregir los errores, pero sobre todo, necesitamos que nos den unas buenas gafas para fijarnos más en los aciertos que en los fallos.
La inseguridad de los niños tímidos es un freno que no les deja ser felices, por eso necesitan a una persona a su lado que les ayude a descubrirse a sí mismo y a tomar decisiones. Gran parte de la educación es mostrar interés por lo que cada hijo pueda necesitar, que veamos lo bueno que tiene cada uno de nuestros hijos. De gran importancia es corregir a los niños tímidos sin hacerles daño, sin machacar su autoestima. Saber ponderar las cosas con interés en la persona y no en sus actos. En esa relación padre -hijo, madre- hijo, descubren que de verdad le importan a alguien y que no todo se rige por cumplimiento de objetivos o estándares, sino por la gratuidad del cariño.
En un mundo de prisas, de carreras, de mil cosas por hacer, lo niños tímidos o retraídos corren el riego de no hacerse presentes, de pasar desapercibidos porque no comunicarán si no se sienten cómodos, si no ven qué de verdad cuentan para los demás, si no perciben paciencia con ellos. Frenar un poco, mirar a los ojos y tener la calma de esperar a que se abran a nosotros les servirá para salir poco a poco de su timidez y ser su mejor versión.