SEPTIEMBRE 2020 – Los padres, una autoridad necesaria para los hijos
En los tiempos que corren hablar de autoridad está mal visto, porque es una autoridad mal entendida. Cuando hablamos de que los niños necesitan tener una autoridad en la familia no nos referimos a los autoritarismos, donde la prioridad es anular la personalidad de los hijos; o se persigue la obediencia por sentir que se tiene el poder sobre ellos, lejos de querer su bien o mejora; donde no se consigue el autodominio del niño sino la sumisión y donde nunca cabe negociar, ya que hay edades como la adolescencia, en las que a veces, hay que negociar. La autoridad bien entendida es una manifestación del amor y una forma de servicio. Sin ejercicio de la autoridad no se puede educar.
Los niños al nacer, si se les excluyera de la atención y cuidado de un adulto no podrían sobrevivir, necesitan una figura de apego que les ofrezca el amor, cariño y cuidado para desarrollarse como persona.
A los niños les da especial seguridad que sus padres les vayan marcando la ruta a seguir y los límites que no pueden traspasar. Al principio de su vida pueden no entender por qué motivos se marcan esos límites, pero ellos sencillamente se sienten seguros y felices, porque saben que sus padres, de manera conjunta y complementaria les van a enseñar el camino. Es muy importante que los hijos no vean “grietas” en el muro blindado de sus padres; tienen que tener claro desde el principio que sus padres están en el mismo equipo y que, lo que dice uno, el otro lo apoya y defiende. En el caso en el que no se esté de acuerdo en algo, es necesario siempre hablarlo a solas sin que estén presentes los hijos, porque de lo contrario encontrarán la rendija por la que meterse para conseguir lo que quieren.
Los padres deben aumentarse el prestigio mutuamente delante de los hijos, a los que les ayuda mucho a tener la certeza de que papá y mamá van siempre en la misma dirección.
La mejor manera de tener una sana autoridad con nuestros hijos es que nos vean luchar y exigirnos a nosotros mismos antes de exigir a los demás. La autoestima de los hijos pasa por la contemplación del modelo de los padres en cuanto al ejemplo de lucha por la superación personal. Si nuestros hijos ven que nosotros también nos equivocamos y rectificamos, que nos caemos y nos levantamos, cuando les pase a ellos no se sentirán derrumbados, porqué les vendrá a la cabeza ese momento en el que aprendieron de su padre/madre a levantarse y a rectificar.
Siempre con buen humor, optimismo y confianza la exigencia será más llevadera, tanto para los hijos como para los padres. Hay que aprender a reírse de uno mismo y de la vida, y no darle importancia a lo que no lo tiene. Elegir las batallas a luchar siempre será un factor clave en la educación de nuestros hijos.
Algunas pautas clave para aprender a mandar son las siguientes:
- Exigencia coherente y constante. Tener objetivos claros y compartidos.
- Dar ejemplo de lucha y superación personal.
- Dos modelos de autoridad:
- El padre
- La madre
- Reglas conocidas y dialogadas. Enseñar con claridad y dar tiempo a que aprendan las pautas.
- La exigencia que sea adecuada a cada edad.
- Que tanto los padres como los hijos sepan cuáles van a ser las consecuencias de no obedecer.
- Confiar en los hijos: es un punto clave para fomentar una sana autoestima.