Junio 2020 – Cartas
Os comparto unas cartas que impresionan porque nos hacen pensar y saber cómo se sienten los niños durante el confinamiento por la pandemia de SARS-COV-2. Todos valoran la familia como un punto imprescindible en la superación de sus miedos.
ME SENTÍA PELIGROSA (Paula 12 años)
Recuerdo con facilidad cuando estaba en mi casa un miércoles al volver del colegio; mi padre estaba frente a la tele escuchando atentamente las palabras del Gobierno hablando sobre un nuevo virus. Después de un rato nos llamó, y nos dijo que mañana era el último día de colegio, que quedaban temporalmente cerrados durante quince días. En ese momento, jamás pensé que nuestro encierro llegaría a durar más de dos meses. Tardé en reaccionar. Miraba desconfiada a la televisión con miedo de qué más podrían decir. A la mañana siguiente todo el mundo comentaba en el colegio aquella noticia, ilusionadas de no tener que ir al colegio. Lo cual es algo que a simple vista parecería emocionante y divertido. En mi cabeza no podía entrar el concepto de que los colegios estuvieran cerrados. Por un momento le vi el lado positivo; quince días sin colegio y sin clases. Nunca pensé que lo echaría de menos ni por un instante. Pasaron los días y en el telediario no dejaban de hablar de fallecidos y contagiados. Y me fui enterando de aquellos amigos, familiares y conocidos que habían enfermado. Entonces me fui dando más cuenta de la gravedad de la situación.
Los niños no podíamos salir para nada. Me sentía peligrosa como si fuera un arma cargada capaz de hacer daño a cualquier adulto sin yo quererlo. Echaba de menos a mis abuelos, pero sabía que verlos podía hacerles daño. Los besos y los abrazos habían pasado a la historia: ahora una pantalla era la única forma de verlos.
Durante dos meses el mundo se paró y lo veía pasar por la ventana. Todos los días salíamos al balcón y jugábamos en el único espacio donde respirábamos aire fresco. Las primeras semanas apenas entraba el sol, pero según pasaban los días sus rayos empezaron a iluminar nuestro pequeño «patio de recreo» y dejábamos que su calor nos rozara la piel. Desde arriba miraba el mundo, el parque, los jardines, un mundo al que antes yo y los demás niños pertenecíamos pero que ahora estaba prohibido.
Cuando me pongo triste o recuerdo lo bien que lo pasaba con cosas tan sencillas como salir a cualquier hora, ir al parque o simplemente jugar con mis amigas, pienso que estoy salvando vidas. Si quedándome en casa puedo ayudar de alguna forma, aquí estaré. En cierto modo, yo y todos los niños somos superhéroes. Espero que pronto todo sea normal, me asusta eso que dicen de la nueva normalidad, no queremos nada nuevo, lo de antes ya nos gustaba, aunque entonces no lo valorásemos
AUNQUE SEA EXTRAÑO LO SUPERAREMOS (Paula 12 años)
Yo solo soy una de las muchas niñas que están en esta confusa y extraña situación.
Tengo doce años. Esta situación para mí ha sido un poco impactante ya que hemos abandonado el colegio y no podemos ver a seres queridos que desearíamos ver y abrazar con todo nuestro corazón. Sé que todo va a pasar, pero extraño volver a la normalidad, y ver a mis abuelos. A veces he estado asustada, triste, confusa… En este año he experimentado varias cosas que nunca había sentido antes. Estoy aprendiendo a valorar las cosas que pensábamos que no eran tan importantes, pero ahora sé que los son, como por ejemplo ir al colegio o estar con toda nuestra familia.
También en está cuarentena he empezado a hacer cosas que abandoné como dibujar (que me encanta) También estoy haciendo deporte, y he vuelto a recordar lo divertido que es estar con la familia, porque además de cosas malas hemos aprendido a valorar lo que tenemos y yo creo que eso es lo mejor que nos podía pasar, porque aunque esté asustada, sé que tengo a todos mi seres queridos y amigas apoyándome, y eso es lo que más feliz me hace.
MI FAMILIA, MI APOYO (Sofía 11 años)
Hola soy Sofía, y me gustaría compartir con vosotros mi experiencia sobre estos momentos de cuarentena. Tengo muchos sentimientos que me cuesta comprender; muchos de ellos eran la preocupación y el agobio ante todas las dificultades que fueron apareciendo, y es que, al no poder salir de casa a jugar con mis amigas, mi humor iba cambiando, porque nunca antes había sentido una mezcla de tantas sensaciones juntas. Pero por todo esto que pasaba, no me paré a pensar que mi vida se estaba haciendo cada vez más comprensiva y sincera con los demás, aprendiendo cosas que antes no valoraba. Durante toda mi vida he estado al lado de mi familia, aprendiendo a sacar la parte positiva de cualquier circunstancia, y así vivía feliz al lado de ella. Ahora he visto a mis padres preocupados, y por ello me costaba vivir sin temor sabiendo que tantos enfermos estaban verdaderamente mal, en el hospital, sintiendo una tristeza que, seguramente yo no llegaría a entender. También, el no ver a mi abuelo durante tanto tiempo me atemorizaba, porque había estado mucho tiempo enfermo sin el cariño de sus nietas, y el entretenimiento que le dábamos todos los días. Le echábamos un montón de menos y no podía soportar que él estuviera encerrado en casa sin la compañía que yo tenía. Pero, a pesar de todo esto, mi familia acudía siempre a apoyar al otro, animándonos a seguir adelante. Eso me ha ayudado a entender que ellos siempre estarán a mi lado. Y que, ya sea en silencio o en alto, hemos comprendido que este tiempo se nos ha hecho más fácil que a otros y que tenemos la suerte de estar juntos. Y sé que, pase lo que pase, estando cerca o lejos, nunca me faltara el cariño de mi familia.