Confianza en uno mismo
¡Comienza el 2018! Es el momento en que, sin darnos cuenta, hacemos balance de cómo nos ha ido durante el año y nos da por pensar en qué podemos mejorar. Sabemos que es el momento tradicional de hacer “buenos propósitos” en el ámbito profesional o personal. Aprovechando que estás en ello te animamos a que te plantees nuevos propósitos en tu papel de padre/madre, para ayudar a tus hijos a ser mejores, y por descontado a tu familia. Te vamos a proponer una idea que lleva algo de esfuerzo y no es fácil en los tiempos que corren, pero que sin duda es un buen objetivo para empezar a trabajar con tus hijos pequeños: DEJAR QUE HAGAN COSAS POR SÍ MISMOS.
Es cierto, vivimos pendientes del reloj, por lo general vamos con el tiempo justo a todos sitios, tenemos mil cosas en la agenda y otras tantas en nuestra cabeza… y cuando el tiempo aprieta hacemos algunas cosas por nuestros hijos que en realidad, si lo pensamos despacio, ellos podrían hacer por sí solos. No hay mala intención, las hacemos por ellos “sólo por esta vez”… pero sin darnos cuenta muchas veces lo convertimos en costumbre y no les permitimos crecer en autonomía. No les dejamos hacer cosas que nosotros con su edad sí hacíamos con normalidad y sin dramatismos. ¿Que no lo hacíamos perfecto? Pues no ¡Pero lo hacíamos! ¿Qué nos está pasando a los padres de hoy en día que queremos que nuestros hijos lo hagan todo rápido y todo bien?
Confianza interior
En una sociedad tan competitiva como la nuestra es habitual que los padres traten de complementar la formación del colegio con actividades extraescolares. Los niños van a clases de inglés, japonés, y chino mandarino, porque es lo que van a necesitar en el futuro. Nos parece imprescindible para que nuestros hijos sean competentes el día de mañana (nada en contra por supuesto, del aprendizaje de idiomas) pero al mismo tiempo no permitimos que nuestros hijos maduren y crezcan en habilidades ordinarias: en tener pequeñas responsabilidades, ser autónomos o empezar a ser constantes en la realización de tareas sencillas. Tenemos niños que tienen horas extras de robótica, pero que no se hacen cargo de su mochila, no cuelgan el abrigo o dejan los zapatos tirados en el pasillo o en el cuarto de baño cuando llegan a casa. ¿Realmente pensamos que es adecuado formar a nuestros hijos en competencias para su futuro, descuidando su autonomía y su carácter en el momento presente? Tardamos menos en hacerlo por ellos que en ayudarles y enseñarles a que lo hagan por sí mismos…pero dejamos pasar ocasiones maravillosas que permitirían a nuestros hijos ser más autónomos y tener una imagen positiva de sí mismos.
Seamos sensatos, tenemos en nuestra mano una clave educativa que favorece la formación de personalidades sanas y maduras. Esta es: Permitir que los niños hagan cosas adecuadas para su edad por ellos mismos, enseñándoles a hacerlo, dándoles el tiempo que necesitan y dejando que se equivoquen.
Sobra decir que educar requiere tiempo, paciencia y una buena dosis de creatividad. Es una aventura apasionante que cuando la abordamos de manera positiva y proactiva nos llena de satisfacciones. No hay recetas. Hay que pensar en cada hijo: en su edad, en su forma de ser, en lo que le ilusiona y en sus posibilidades y limitaciones. Educar es el arte de saber mirar a nuestros hijos y reflexionar sobre lo que necesitan de nosotros y de su entorno en cada momento. Sobre lo que es bueno “hacerles hacer” para ayudarles a madurar de una manera continuada y feliz.
Pese a lo que podamos pensar, la autonomía no es algo que nuestros hijos puedan conquistar por sí solos. No tienen la perspectiva ni la madurez suficiente para gestionarse. Es un regalo que les hacemos los padres que podrán disfrutar toda su vida. Educar en la autonomía es educar en la confianza en uno mismo, es fomentar en la sensación de seguridad y competencia. Debemos hacerlo desde el respeto y el amor a nuestros hijos, con una perspectiva serena y optimista. Sin prisas, sin pausas, basándonos en la certeza de que lo importante es el proceso y no tanto el resultado. Si nuestro hijo tiene por su edad que vestirse sólo ¡Empezaremos porque se ponga un calcetín si es necesario…! ningún comienzo es malo. Cada niño es único, cada padre y madre debe medir su paciencia y sus tiempos, teniendo en cuenta que favorecer la autonomía es un camino que tenemos que tener en nuestra hoja de ruta si queremos que nuestros hijos el día de mañana sean los capitanes de sí mismos y de sus vidas.
Algunos padres quieren que sus hijos sean independientes, y les encantaría que los niños se durmiesen solos, se vistiesen a tiempo y sin pedir ayuda… pero no parecen hacer mucho para conseguirlo. La autonomía en los hijos no aparece de manera espontanea. Si dejamos a los niños la libertad de ser independientes probablemente los desconcertaremos, generaremos en ellos inseguridad y conseguiremos el efecto contrario a lo que realmente pretendemos. Los niños necesitan límites claros que sean su marco de actuación, y dentro de ese marco ¡mucha vida! Hacerles hacer actividades, enseñarles a asumir responsabilidades, pero con nuestro apoyo y estando ahí cumpliendo nuestra parte de responsabilidad como padres.
Los hijos no leen nuestros pensamientos ni tienen recursos suficientes para hacer ciertas actividades por si mismos sin ayuda. Adquirir la autonomía necesaria para desenvolverse de manera satisfactoria en cada etapa del desarrollo es un proceso que requiere de tiempo y esfuerzo por parte de los adultos que acompañan la vida del niño. La independencia en la infancia se ha de combinar con el cariño y el cuidado de los padres, con la enseñanza y el ejemplo de qué deben hacer y cómo hacerlo.
Un encargo en casa
Dejar que los hijos pequeños ayuden en tareas sencillas en casa es una inversión para su autoestima y en su sentimiento de competencia. Les ayuda a tener sensación de control sobre su realidad y a sentirse miembros de una familia ¡Es fantástico! Los encargos son una herramienta educativa muy poderosa que llenan a nuestros hijos de satisfacción y les ayuda a sentirse útiles. Educar en el amor al trabajo es una base segura para desarrollar la confianza interior en uno mismo y la perseverancia. Poner en juego en la educación de nuestros hijos la responsabilidad de una tarea sencilla les ayuda a crecer y a madurar, y a nosotros como padres nos aporta la ilusión de verles empezar a valerse por sí mismos.
Son pequeños ¡pero son capaces! Piensa que tareas pueden hacer o ayudarte a hacer tus hijos y acomódate a su edad y posibilidades. Te pongo un ejemplo personal: De los tres a los seis años mi hija mayor ha sido la encargada de acompañarme a hacer las compras semanales. Eran compras pequeñas que tardábamos unos diez o quince minutos en hacer (no las compras del mes…nos entendemos). De esas compras en las que adquieres productos básicos que te faltan en el día a día. Ella era la encargada de hacer la lista de la compra y de ir tachando en el supermercado lo que íbamos cogiendo para que a mí no se me olvidase. Como era muy pequeña y no sabía leer, cada vez que íbamos al supermercado cogíamos una revista de propaganda que solían tener con ofertas. En esas revistas te viene la foto del producto. Así que cortábamos las fotos y las metíamos en una caja de cartón. Cuando tocaba hacer la compra yo le decía lo que hacía falta y ella buscaba los productos en la caja y luego los pegaba en hojas que tenía en sucio en casa con pegamento de barra. Al llegar al supermercado ella me decía que había en la lista y yo iba buscando los productos. Cuando metíamos el producto en el carro. Ella lo tachaba de la lista. Llego a cumplir todo el proceso de manera muy eficaz… Incluso algunas veces me encontraba pegado en el papel productos que yo no recordaba haber puesto en la lista: como por ejemplos…fotos de tabletas de chocolate. Así que entiendo que era muy eficiente en su tarea ¡estaba en todo!
¿Qué tarea puede hacer mi hijo? Depende de su edad. Cuando son pequeños algunas son: Secar las sartenes o los utensilios de plástico; regar las plantas, poner sus zapatos en su sitio; limpiar sus zapatos o darles brillo; darnos la ropa mientras tendemos; hacer la ensalada cortando las hojas con sus manitas; preparar una macedonia de frutas cortando con cuchillos de plástico la fruta que hemos cortado nosotros previamente; tirar su pañal a la basura; llevar los rollos de papel higiénico a los baños; meter los juguetes en un cesto; ayudar a limpiar el coche… ¡Seguro que a ti se te ocurren más! Cuando son más mayores ya pueden ayudar a poner la mesa; recoger la mesa; hacer sus camas; doblar su pijama; acompañar a sacar la basura; hacer un postre los fines de semana… piensa en tu hija/hijo y ya verás cómo se te ocurren actividades.
Todo depende de adecuar bien la tarea y de tener la paciencia de explicarles por qué es importante hacerla y cómo se hace, y hacerlo con ellos.
¿Qué se espera de mí? Esa es la primera pregunta que debemos abordar con nuestros hijos. Es importante avisarles de su nuevo encargo y explicarle su importancia, aunque el niño o la niña sean pequeños. A veces se nos olvida explicar a nuestros hijos por qué hacemos las cosas, y es bueno que nos acostumbremos a decirles los motivos que nos impulsan a hacer una conducta positiva. Por ejemplo, ante la tarea de poner los zapatos en su sitio cuando se los quitan podemos explicarles “cuando llegamos a casa ponemos los zapatos en su sitio para poder encontrarlos al día siguiente en el mismo lugar y no perder tiempo en buscarlos mañana por la mañana por toda la casa. Además el cuarto se ve más ordenado con las cosas en su sitio y no te tropiezas con ellos al entrar en la habitación”. Igualmente ante la tarea de regar las plantas les podemos explicar que “regamos las plantas porque son seres vivos que se alimentan de agua y la necesitan para vivir” o a la hora de preparar el postre que “los sábados hacemos macedonia porque a mamá le encanta y durante la semana no tenemos tiempo de hacerla, así que es un detalle que nos gusta tener con mamá los sábados que tenemos más tiempo para prepararla”.
¿Cómo se hace? El segundo paso es enseñarle a hacerlo y hacerlo con ellos las veces que haga falta al principio hasta que la dominen. Luego sencillamente nos tocará supervisar. Tenemos que aceptar que los niños son niños y necesitan tiempo para adquirir hábitos y ejemplo para aprender. Recuerda que la ejecución es lo menos importante al principio. Corregir a los niños en exceso cuando realizan una acción en la que son noveles puede ser contraproducente. No podemos pretender que lo hagan perfecto a la primera… tú tampoco haces todo bien a la primera y eres un adulto, así que no pidas imposibles. Es mejor valorárselo al principio y cuando ya tienen adquirida la rutina mostrarles con tu ejemplo en que pueden mejorar ¡con una sonrisa y sin enfados! Mejorar es siempre una aventura al alcance de todos. Así que recuerda: lo realmente importante en esta etapa es el proceso.
No te olvides de felicitar a tus hijos cuando cumplen su encargo. No hay nada más placentero para un hijo que sus padres se sientan contentos y orgullosos de él.
Esperamos que disfrutes de este 2018 que acabamos de estrenar. Y deseamos que te encuentres lleno de energía e ilusión para llevar a cabo la tarea más apasionante que existe: Educar a tus hijos ¡Feliz Año!