Hace unos días regresé con mi familia a Madrid después de unas maravillosas vacaciones familiares. Es una suerte y un privilegio poder vivir, durante un tiempo, con toda la familia: abuelos, nietos, tíos, sobrinos, hermanos, ¡incluso cuatro perros! El follón y el caos están garantizados, pero también las risas y el cariño.
La formación integral de nuestros hijos para que el día de mañana sean personas libres y responsables es el deseo que tenemos muchos padres. Nos genera cierta inquietud y preocupación ver cómo ha cambiado la sociedad en los últimos años y escuchar frases tipo: “¡Qué difícil lo van a tener vuestros hijos!” no es que ayude mucho.
¿Qué familia no ha vivido alguna vez una aventura? Toda familia tiene experiencias y aventuras que contar. La aventura de ser padres es una de ellas. Hay emoción, misterio, sorpresa, alegrías, dolor, miedo…
Educar a un hijo único puede llegar a convertirse en un auténtico reto para los padres. El objetivo de cualquier padre es que su hijo sea feliz y puede surgir cierta inquietud cuando se trata de educar a un hijo sin hermanos.
Toda familia tiene su propia historia, sus tradiciones, sus antepasados, costumbres, los abuelos, los bisabuelos…. Es una riqueza que no puede pasar inadvertida. Gracias a ellos, estamos aquí y, cada uno se merece un mínimo de protagonismo en nuestra vida y en la de nuestros hijos.
¡Qué fácil es sorprender a un niño! Sin embargo, los adultos no nos lo terminamos de creer, quizá porque nosotros mismos hemos perdido esa capacidad de asombro…y tratamos de tenerles “entretenidos” o “estimulados”, pensando, con buena intención, pero equivocadamente que, de esta manera, nuestro hijo será más inteligente, más despierto y favoreceremos su desarrollo.
Dan Siegel, neurocientífico americano, nos dice que no hay necesidad de bombardear a los niños, ni a nadie, mediante estímulos, con la esperanza de construir mejores cerebros humanos. El cerebro se desarrolla adecuadamente en un entorno familiar y escolar adecuado y con una cantidad mínima de estímulos. Lo que cuenta, añade, es la calidad del vínculo que existe entre el niño y su principal cuidador.
Como padres, no nos gusta ver sufrir a nuestros hijos, al contrario, intentamos protegerlos de todo lo que pueda herirlos, molestarlos o hacerles enfadar. Pero no podemos eludir que el sufrimiento es una realidad que nos va a acompañar toda la vida, y al igual que muchos aprendizajes nos ayudan a desenvolvernos en el mundo, el aprendizaje del sufrimiento debería ocupar un lugar especial en nuestra tarea educativa.
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