Enero 2025: NO LE PREPARES EL CAMINO, PREPÁRALO PARA EL CAMINO
Cualquier aspecto llevado al extremo asume cierta connotación negativa: ideas religiosas, políticas, filosóficas, comportamientos… De hecho, ya Aristóteles lo confirmó con su famoso aforismo “in medio virtus”, (en el centro está la virtud), admitiendo que todo aquello que se acercara al exceso, o al defecto, se alejaba de la idea virtuosa.
Sin embargo, y a nada que nos fijemos, es fácil caer en la cuenta de que el mundo que nos rodea es un mundo de prisas, de excesos: un “hipermundo”; Hiperactivo, hiperexigente, hiperestimulado, hipersexualizado, hipertenso, hipeconectado… Y sin ser la actividad, la exigencia, la estimulación, la sexualidad, la tensión o la conectividad malas en sí mismas, sí que es cierto que acarrean consecuencias nefastas al alejarse de su centro virtuoso.
De entre todos estos “hiper”, en el plano educativo ha surgido la denominada “hiperpaternidad”, modelo educativo cada vez más habitual en las sociedades acomodadas, y de la que los expertos alertan sobre lo que supone este modelo en los hijos a medio y largo plazo, afirmando que lo mejor que pueden hacer los padres, es, muchas veces, “estar menos pendientes de ellos”.
“La hiperpaternidad tiene distintas formas y grados, aunque en el fondo (los hijos, como el eje sobre en que giran las vidas de sus progenitores) es el mismo. Encontraríamos figuras pioneras, como la de los padres-helicóptero: aquellos que sobrevuelan sin descanso la existencia de sus retoños desde el momento de su nacimiento (…), los padres apisonadora (quienes allanan los caminos de los hijos para que estos no se topen con ninguna dificultad) (…) Los padres chófer (que pasan los días llevando a sus hijos de extraescolar en extraescolar) (…). Los padres ultrasufridores, cuya función es evitar cualquier posible accidente de sus retoños (por lo que algo que antes era natural par aun niño, como subirse a un árbol, ahora les resulta impensable) (…) (Millet 14-15).
Esta hiperpaternidad resulta agotadora, tanto para los hijos, como por supuesto para los padres. Y aún peor, las consecuencias que este modelo educativo tiene en las generaciones venideras es, cuanto menos, preocupante. Porque los padres, de forma inconsciente y siempre pensando que lo hacemos lo mejor que podemos y sabemos, criamos hijos ansiosos e incapaces de decidir o resolver problemas por su propia cuenta y riesgo.
Hemos de dejar de lado la perfección, también cuando educamos a nuestros hijos. La educación perfecta no existe, existen tantos modelos como personas, y es por ello que la educación debe ser personal y personalizada para cada uno (aunque, obviamente, haya lugares comunes para todos).
Porque de hiperpadres, hiperhijos: hijos hiperprotegidos, hipermiedosos, paralizados, débiles…, “siendo la baja tolerancia a la frustración otra de las consecuencias de este tipo de crianza”. (Millet, 80). Esta baja tolerancia a la frustración se hace aún más patente durante la época adolescente: “un adolescente que no tiene tolerancia a la frustración es un adolescente conflictivo, que puede llegar a deprimirse porque la vida le resulta insoportable” (Millet, 83). Cuando salen al mundo real y se dan cuenta de que todo lo que pretenden hacer, conseguir etc., no siempre es posible ni les es dado, al no estar acostumbrados a que la vida les niegue nada, surgen comportamientos y actitudes, cuanto menos violentas e incontrolables.
A lo largo de sus páginas, Millet realiza preguntas para que podamos analizar si formamos parte de esos hiperpadres o hipermadres de las que habla en su libro. Dejo aquí algunas de ellas por si pudiera aportar cierta luz:
. ¿Tenía ya un plan trazado para las vidas de mis hijos antes de que nacieran?
. ¿Consideras que tus hijos se han convertido en el eje de tu existencia?
. ¿Encuentras la paternidad/maternidad más agotadora de lo que esperabas?
. ¿Cargas con su mochila cuando salen del colegio?
. ¿Los ayudas con los deberes (o se los haces) por sistema?
. ¿Los presionas para que hagan actividades que tú quieres que hagan?
. ¿Tus hijos se aburren con frecuencia?
. Como familia, ¿tenéis algunas tardes libres, sin nada planificado?
. ¿Aceptas que tomen daciones por sí solos, aunque no la creas adecuada?
. ¿Su hijo adolescente se despierta por sí solo por las mañanas?
. ¿Les dice no a sus hijos, como mínimo, una vez al día?
Como posible “solución” a esta hiperpaternidad, Millet propone lo que en inglés se denomina el “underparenting”, que no es ni más ni menos que hacer menos caso a los hijos, lo que la psicóloga Maribel Martínez, considera una “sana desatención”, sin anticipar posibles contratiempos, o evitar ponerse de los nervios ante cualquier malestar de los hijos. Y esto no es, obviamente, dejar de lado a los hijos, sino observar más e intervenir menos, encontrando así el equilibrio, para poder confiar en las capacidades de nuestros hijos, transmitiéndoles esa confianza.
Por todo esto, “lo que los padres y las madres deben hacer no es preparar el camino a sus hijos, sino preparar a nuestros hijos para el camino”.
Bibliografía
. Millet, Eva. Hiperpaternidad. Del modelo “mueble” al modelo “altar”. Las consecuencias de la paternidad helicóptero. Plataforma Actual, 2016.
. L´Ecuyer, Catherine. Educar en el asombro. ¿Cómo educar en un mundo frenético e hiperexigente? Plataforma Actual, 2017.
. Sociedad hiperestimulada: https://www.elimparcial.es/noticia/274049/sociedad/hernando-perez-neurologo:-vivir-en-una-sociedad-hiperestimulada-pasa-factura.html
. La sobreprotección genera baja tolerancia a la frustración: https://www.youtube.com/watch?v=AQnBp5ZXT3w