Septiembre2023: PERSONITAS CON PERSONALIDAD
Hace unos días regresé con mi familia a Madrid después de unas maravillosas vacaciones familiares. Es una suerte y un privilegio poder vivir, durante un tiempo, con toda la familia: abuelos, nietos, tíos, sobrinos, hermanos, ¡incluso cuatro perros! El follón y el caos están garantizados, pero también las risas y el cariño.
Durante esos días de agosto, viviendo todos juntos, no pude evitar pensar, mirando a cada uno de mis hijos y sobrinos, lo rápido que pasa el tiempo… ¡Es increíble!
Aunque en la familia compartimos el mismo apellido y la misma sangre, como bien sabemos, somos distintos, independientemente de que durante estos días escuchábamos con frecuencia la típica frase “¡Es igualito a….!”.
Todos hemos podido observar, en nuestros hijos y sobrinos, rasgos de personalidades muy diferentes. Está el tranquilo, el complaciente, el nervioso, el extrovertido, el introvertido, el cómodo, el perezoso, el alegre, el curioso, el intrépido, el reflexivo, el tenaz, el inseguro, el servicial, el sensible, el tímido, etc… Cada uno de esos rasgos no es ni mejor ni peor, siempre y cuando estén orientados hacia un desarrollo armónico de la identidad personal.
Hay una evidencia clara: los genes influyen y mucho en el desarrollo de la personalidad, pero no nos determinan.
¿Cuál debe ser el papel de los padres ante ese crecimiento y desarrollo de la personalidad de nuestros hijos?
- Acompañamiento, transmitiendo los valores y orientando a nuestros hijos hacia el conocimiento de la verdad.
- Confianza, no inquietarnos ni preocuparnos ante la personalidad de nuestro hijo. Los hijos no desarrollarán nunca una personalidad idéntica a la de sus padres puesto que cada persona es única e irrepetible. A veces tenemos cierto temor a que nuestro hijo herede nuestros defectos, si eso es así estamos de enhorabuena, porque quién mejor que nosotros para darle las herramientas para combatirlos.
- No pactar nunca con la resignación o tirar la toalla pensando que el ambiente es el que es, o que los tiempos han cambiado. La verdad no está a merced de las circunstancias. Lo que no era bueno para un niño hace 20 años, tampoco lo es para un niño del año 2023, no nos engañemos.
- Aceptación, que nuestros hijos se sientan orgullosos de ser de una determinada manera, con una personalidad concreta. Que aprendan a descubrir sus puntos fuertes, sus virtudes, habilidades. Así conseguiremos que tengan una buena autoestima.
- Libertad. Educar en libertad es uno de los objetivos fundamentales de la educación y va de la mano de la responsabilidad personal.
- Por último, debemos tener muy presente que los padres transmitimos la vida a nuestros hijos, pero no podemos vivirla por ellos. Juan José Javaloyes y José Antonio Alcázar lo explican muy bien:
“Los padres transmiten la vida, pero no la originan. Existe una filiación más profunda, más radical, que origina la vida: la filiación divina. Entramos en el ámbito del misterio, al que se accede por un acto de máxima libertad: la fe. Lo que somos depende de nuestro origen: esta realidad aporta a la persona una dignidad propia, intrínseca, superior al resto de los seres. La relación con Dios se encuentra en cada persona, como una nota fundante de su existir, y la educación debe ayudar a descubrir y a vivir conforme a esta realidad que debe impregnar de sentido toda la vida personal: la tarea de cada persona es llegar a ser el que está llamado a ser.”
Por lo tanto, acompañar a nuestros hijos pequeños en el desarrollo de la personalidad para alcanzar una personalidad madura, es una tarea fundamental de la que dependerá en gran medida la felicidad de nuestros hijos.