Abril 2023: El deporte como medio para el desarrollo de virtudes
“El buen deportista no lucha para alcanzar una sola victoria, y al primer intento. Se prepara, se entrena durante mucho tiempo, con confianza y serenidad: prueba una y otra vez y, aunque al principio no triunfe, insiste tenazmente, hasta superar el obstáculo” (Forja, 169).
Tal y como explica San Josemaría en este fragmento de su libro Forja, el éxito de un buen deportista no es alcanzar la victoria, sino el esfuerzo, la perseverancia y el sacrificio, entre otras virtudes que el deportista adquiere mientras dura el proceso de alcanzar esa victoria. Pero ¿qué son las virtudes dentro del deporte?
Para poder entender detengámonos en dos conceptos. Podemos definir virtud como “la disposición o actitud firme de hacer el bien”, por lo tanto, entendemos que una persona virtuosa es aquella que tiende a hacer el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas. Por otra parte, entendemos el deporte como una actividad, juego o ejercicio físico sujeto a unas normas o reglas establecidas.
El juego brota espontáneamente del niño y en él no hay necesariamente competición. El deporte, sin embargo, lleva implícito el hecho de ganar o perder, tanto si se practica de un modo recreativo como competitivo, crea un espacio perfecto desde la infancia para aprender mientras se relacionan con los otros. Este clima hace que el deporte sirva como medio para promover y desarrollar virtudes que luego se puedan aplicar en la vida cotidiana. Algunas de las virtudes obtenidas a través del deporte son el afán de superación, la integración, el respeto a la persona, la tolerancia, la obediencia de reglas, la perseverancia, el trabajo en equipo, la superación de los límites, la autodisciplina, la responsabilidad, la cooperación, la honestidad y la lealtad, entre otros.
Actualmente la tasa de sedentarismo en niños ha aumentado considerablemente en relación con los últimos años. Muchos niños sólo hacen deporte en las clases de
educación física, por lo tanto, el papel del profesor que imparte esta asignatura es de suma importancia. Habitualmente, en mi práctica docente y en mi labor preceptora de niños, cuando tengo que acompañar a los padres en la educación de sus hijos, busco la información de la profesora de educación física. Ella es la que me da una información imprescindible para saber cómo actúa y funciona el niño o la niña en una actividad donde se expresa con mayor libertad que en el salón de clase, aporta datos que ningún otro profesor puede dar.
La educación física y el deporte son considerados de gran potencial para el desarrollo de valores sociales y personales, siendo parte del desarrollo pedagógico y formativo del niño. Los contenidos impartidos y sus actividades deben ayudar al desarrollo íntegro de la persona estimulando cuerpo y alma. Por ello, el niño debe aprender a competir, resolver problemas, ganar y perder sin menospreciar al oponente y disfrutar de la práctica deportiva como un elemento formativo.
Más allá de lo que aprenda en la escuela, es importante que los padres acompañen a sus hijos para asumir los retos que la práctica deportiva les presenta, haciendo de ésta una verdadera escuela de virtudes y crecimiento personal: ayudándoles a encajar una derrota, a no sentirse superiores a los demás cuando se vence, a pensar siempre en los demás, a competir sanamente, sin hacer trampas, ni perder los papeles gritando al árbitro, a asumir la injusticia, a cooperar. Si, además, practicamos deporte en familia y los padres pueden servir de modelo para sus hijos, mucho mejor, pero no es imprescindible. Si lo es, en cambio, estar al lado de los pequeños y ayudarles con nuestra presencia, preguntas y sugerencias a integrar todo lo que les pasa en una personalidad sana y alegre.