A través del juego no solo vamos a conseguir que los niños se entretengan, sino que también vamos a permitirles desarrollar diferentes capacidades y destrezas. Además de constituir una de las formas más divertidas de socialización, el aprendizaje que se realiza mediante el juego es más real y efectivo, ya que se va a aproximar mejor a sus intereses y al entorno en el que viven. Para ellos, el juego es realmente un trabajo imprescindible.
Una de las realidades más difíciles al educar adolescentes es cuando, tanto padres como profesores, tienen que dar un paso atrás y limitarse a recomendar, aconsejar y acompañar, dejando total libertad de elección a los jóvenes, sabiendo que se encuentran en un mundo expuesto a numerosas tentaciones que pueden llevarlos por un camino de sufrimiento. Cuando es así, no solo tenemos que pedirle a él que sea fuerte; quizá es un momento propicio para valorar si nosotros también mostramos esa fortaleza. Porque, si hay una experiencia educativa universal, es que ellos actuarán exactamente como han visto actuar a sus modelos, no se limitarán a hacer lo que se les pida que hagan.
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