Es indudable, como dice Goleman - una auténtica eminencia en el campo de la inteligencia emocional, que existe “un desasosiego emocional que parece ser el precio que los jóvenes han de pagar por la vida moderna”. El hombre es, para bien o para mal, ser de costumbres. La parte positiva es que este hecho hace que adquiramos rutinas y hábitos que nos ayudan a mejorar, en contraposición, nos acostumbramos a normalizar situaciones que, por desgracia, no son normales. Nos hemos acostumbrado a jóvenes perdidos, a adolescentes tristes, taciturnos e incluso violentos, nos parece “lo normal para la edad”.
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