La adolescencia es un tiempo de crecimiento interior. Sin embargo, esta maduración, del cuerpo, de los afectos, de la inteligencia y de la voluntad, alterna momentos de calma con otros, más frecuentes, de tempestad. La rebeldía ante lo establecido, la búsqueda de opiniones propias, el ansia de libertad que se traduce en querer tomar decisiones personales y distintas, los enamoramientos, fogosos y repentinos, conceden pocos momentos de tregua, tanto a los afectados como a sus padres.
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