Se trata de un clásico de su género. Comedia romántica sin muchas pretensiones, contiene un buen filón de comunicación y de relaciones humanas.
A pesar de ser una película algo frívola, cuyo punto de partida es la necesidad de tener pareja para tener una vida plena y feliz, puede enseñarnos la importancia de comunicar lo que sentimos y pensamos y también de escuchar a los que amamos, especialmente a los niños, que tienen su modo particular de comunicarse.
Cabe destacar la fluidez de diálogos y de gestos de comunicación entre Sam, padre viudo, y su hijo Jonatan de ocho años. Aunque tiene confianza en su padre, hay temas que no quiere tocar porque piensa que le ponen triste. Su solución es bastante peregrina: llamar a un programa de radio para que su padre pueda expresar sus sentimientos.
Interesante película para los padres y el cuidado de la comunicación entre ellos y con sus hijos. Si veis la película bajo este prisma encontrareis puntos interesantes de reflexión, más allá de la magia y el cuento de hadas.
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