Los niños, especialmente cuanto más pequeños son, exigen una satisfacción inmediata para sus necesidades o deseos. Un bebé que llora por hambre no entiende de esperas; cuando son algo más mayores, utilizan un reclamo de atención, los primeros juegos también son una cuestión de prioridad o inmediatez. En este proceso de crecimiento, lograr inculcar la virtud de la paciencia y el orden, así como la gestión del tiempo y la espera sin frustración, es un gran reto para los padres, especialmente en un contexto en el que la cultura de la inmediatez que nos rodea no es, precisamente, una ayuda.
Un típico refrán español nos recuerda que “el que algo quiere, algo le cuesta”. Y conseguir un objetivo no requiere solo esfuerzo, sino también, tiempo. Saber educar la paciencia y la necesidad de la espera es uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan padres y docentes en esta era de la inmediatez. Es un reto, una oportunidad para trabajar en una virtud importante para el desarrollo personal.
Casi todos tenemos la experiencia de lo acertado de este dicho en cuanto al esfuerzo necesario para conseguir las metas que nos proponemos, pero parece que nos vamos olvidando también del factor tiempo. La cultura de la inmediatez, de la que tienen mucha culpa la vida ‘frenética’, la sobreestimulación y las tecnologías que la aceleran y pueden llegar a ofrecer resultados o gratificaciones inmediatas —en el trabajo, el ocio, compras—, arrastra a los niños que son ya ‘nativos digitales’, pero también a los mayores.
Este Sitio Web utiliza Cookies analíticas para mejorar nuestros servicios y la experiencia del usuario. Al navegar en el Sitio Web o interactuar en el mismo, aceptas el uso de estas Cookies.No obstante, puedes cambiar la configuración de Cookies en cualquier momento. Más Información