En los años dedicada a la enseñanza de niños menores de 5 años he podido comprobar que los sentimientos que la comida puede generar en los más pequeños son de lo más variado: alegría, emoción, preocupación, asco, angustia, cansancio, enfado, etc. Gran parte de esas emociones que sienten nuestros hijos son fruto de lo que les hemos enseñado; por lo tanto, los padres tenemos una gran responsabilidad en este tema. Es cierto que hay niños que disfrutan comiendo y otros que consideran el momento de la comida como una rutina más del día, pero enseñar a comer va más allá de los buenos modales en la mesa o el gusto por determinados alimentos.
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