Durante la adolescencia, el cerebro cambia, evoluciona, se renueva… Y estos cambios biológicos tienen mucho que ver con los cambios actitudinales que podemos percibir en los adolescentes.
Yo soy Sam es una de esas películas que hay que ver, al menos, una vez en la vida. En primer lugar, porque tanto el reparto como las interpretaciones son grandiosas (enorme Sean Penn dando vida a Sam). Y, en segundo lugar, porque es una película que, a pesar de su dureza y dramatismo, te llena de esperanza y de amor.
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