Hace tiempo, siendo la directora del coro del colegio, una alumna de nueve años se presentó a las pruebas casting para poder entrar y formar parte del coro. Me remangué a favor de su ilusión para comprobar su talento y seleccionar qué voz tenía. Después de varios intentos en los que le iba subiendo y bajando los tonos para que ella repitiera lo mismo, no acertó en emitir ningún sonido parecido. Ella subía el tono mucho más alto y desafinado de lo que se le daba… En un momento, le miré a los ojos y le pregunté el porqué de esas subidas de tono; la alumna, sin inmutarse y con una sonrisa de oreja a oreja me contestó:” Es que mi madre me dice que lo haga así porque… ¡yo soy soprano!”
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