Octubre 2025: SABER ESPERAR EN UN MUNDO DE INMEDIATEZ

Los niños, especialmente cuanto más pequeños son, exigen una satisfacción inmediata para sus necesidades o deseos. Un bebé que llora por hambre no entiende de esperas; cuando son algo más mayores, utilizan un reclamo de atención, los primeros juegos también son una cuestión de prioridad o inmediatez. En este proceso de crecimiento, lograr inculcar la virtud de la paciencia y el orden, así como la gestión del tiempo y la espera sin frustración, es un gran reto para los padres, especialmente en un contexto en el que la cultura de la inmediatez que nos rodea no es, precisamente, una ayuda.
Es la etapa inicial, de 0 a 5 años, un momento crucial. Los niños viven intensamente el presente y, de entrada, no entienden retrasar una gratificación. Esperar ‘cinco minutos’, en su concepción del tiempo puede llegar a ser una eternidad, incluso si saben que, por esa espera, pueden recibir otros beneficios posteriores.
Ya lo puso de manifiesto el famoso experimento de los “marshmallow” (golosinas en forma de nube), que realizó en el ya lejano 1972 el psicólogo de la Universidad de Stanford Walter Mischel. En él, ofrecía a los niños una golosina si se la comían al momento o dos si esperaban un tiempo. Entre otros resultados y estadísticas que le permitieron elaborar distintas conclusiones sobre el comportamiento y rendimientos académicos posteriores, aparecía una cifra clave: dos tercios de los niños elegían disfrutar de la nube de azúcar ya; no eran capaces de soportar la tentación y tener paciencia.
Educar en la paciencia
La educación en la paciencia es una misión fundamental, ya que los niños deben asimilar que no todo se puede conseguir al instante, que hay que respetar tiempos, gestionar la frustración temporal y aprender a manejar las emociones. Esta educación en la paciencia contribuye al fortalecimiento de la voluntad.
En ningún caso se trata de reprimir los deseos, sino de aprender que existe un orden, unas personas a las que hay que respetar, y que hay cosas muy valiosas que requieren tiempo y para las que merece la pena esperar.
Como toda virtud, su adquisición se consigue con la siembra a través del ejemplo, con unas directrices educativas claras por parte de los padres y educadores y con el cultivo de hábitos que la consoliden. Esta etapa de la primera infancia es un buen momento para iniciarse en esta virtud.
Una oportunidad extraordinaria de la espera se da en el juego. Normalmente, jugaran con sus hermanos, padres o con otros niños de la guardería o de prescolar. En estas circunstancias, deben aprender que existe el turno. Cada niño, cada persona, tiene su turno de juego y hay que respetarlo sin avasallar y sin darle al niño lo que quiere solo por que se haya enfrascado en una rabieta. Generar expectativas sobre lo que pasará en el turno de los demás, enseñarle a escuchar, a observar y a apreciar lo que dicen y hacen los demás.
El entorno no ayuda
En esta sociedad y entorno ‘tecnológico’ actual en el que vivimos, los mayores somos los primeros que nos dejamos llevar por la cultura de la inmediatez, donde todo está al alcance de la mano o de un ‘clic’.
Es en este ambiente en el que van a crecer nuestros hijos, por lo que lo primero que debemos hacer para ayudar a nuestros pequeños es trabajar sobre nosotros mismos, para consolidar en nuestra vida el orden, la perseverancia y la paciencia. Para ser modelos de personas serenas que saben esperar.
Para los niños, la rutina y el orden – horarios para comer, dormir o jugar –les ayudan a entender el paso del tiempo y es un modo muy sencillo de aprender a esperar. Para realizar una actividad debe llegar su momento, el previsto, ni antes ni después. Acompañarlos en la espera, dándoles algunas estrategias para mantener la calma, como respirar, contar, imaginar u observar a su alrededor, les ayudará a modelar la paciencia. Otro buen ejercicio es enseñarles a respetar turnos, por ejemplo, al hablar durante las comidas familiares o en juegos de mesa sencillos.
No olvidemos reconocer o alabar los logros conseguidos en esta materia como refuerzo positivo. El cariño, sin perder la firmeza, es el mejor acompañamiento en esta labor de educación.
El grupo escolar Attendis tiene un artículo estupendo que os ayudara afianzar 10 situaciones de la enseñanza de la espera en los más pequeños y ,no tan pequeños. Aquí tenéis el link: https://attendis.com/hablemos-de-educacion/educar-en-la-espera/