Octubre 2024: Educar en positivo
El hogar familiar tiene que ser el espacio en el que nuestros hijos tengan la seguridad de ser queridos, donde puedan sentir que todo lo que hacemos por ellos siempre es por su bien. Es el hogar el lugar perfecto para educarles.
Educar tiene mucho que ver con la emoción y la relación que establecemos con los niños. Educar en positivo es resaltar todo lo bueno que tienen, para así conseguir desarrollar tanto su autoestima como la confianza necesaria para que puedan afrontar, de forma autónoma, las diversas situaciones que se les presenten durante sus vidas. A lo largo de las siguientes líneas vamos a ver cómo podemos trabajar este objetivo.
Mostrar afecto
Desde el nacimiento, los niños han de sentir que se encuentran en un entorno cálido y acogedor para, de esta manera, poder transmitirles adecuadamente, las herramientas necesarias que les ayuden a alcanzar un correcto desarrollo personal y emocional. Ha de ser manifiesto el afecto y el cariño con el que los tratamos, que sepan que los queremos porque se lo decimos, explícitamente, con palabras y con nuestros actos.. El hecho de que sepamos empatizar con su sensibilidad y sus emociones les permitirá apreciar que, tantos sus sentimientos como sus intereses, son valorados y tenidos en cuenta por sus educadores.
Comunicación efectiva
La comunicación entre padres e hijos debe ser fluida. Los hijos han de sentir que son escuchados porque nos interesa lo que les pasa y lo que nos cuentan. Esta actitud de escucha activa implica descubrir sus talentos, intereses e inquietudes para fomentarlos, pero también comprender sus limitaciones, preocupaciones o temores y así, poder canalizarlos con efectividad u acierto.
Para facilitar esta comunicación, cada padre y cada madre, les puede plantear preguntas del tipo: ¿qué tal ha ido hoy en el colegio?, ¿con quién has jugado hoy? o ¿ha pasado alguna cosa divertida?. También podemos contarles algo de nuestro día, darles noticias de un familiar cercano, o decirles que estamos contentos por poder pasar tiempo con ellos. Hemos de estar atentos a sus respuestas y prestarles atención, pues hará sentir a los niños que lo que les ocurre y sienten es importante para sus padres. Y en esta labor, si alguno de nuestros hijos es más introvertido, tendremos que ayudarle a expresar sus emociones y sentimientos para poder protegerlo oportunamente; es tarea importante ganarse su corazón.
Corrección eficaz
Los niños tienen que sentir la aprobación de sus padres, si bien es cierto que no podemos pasar por alto las ocasiones en que debamos corregirles. La corrección es una parte fundamental de la educación positiva e implica enmendar, siempre con acierto y con cariño, lo que suponga una acción o una conducta inadecuada. Para ello utilizaremos siempre un tono afable y buscaremos las palabras convenientes y comprensibles para el niños, buscando corregirles de forma apropiada y beneficiosa. Igualmente, tendremos que plantearles límites, necesarios para su desarrollo (por ejemplo, no es adecuado comer cualquier cosa a cualquier hora) o para la buena convivencia en casa (orden, limpieza, ayuda en las tareas de casa) haciéndoles entender las razones que nos llevan a ello.
En cualquier caso, la corrección ha de basarse en el diálogo y en el razonamiento. La reflexión permitirá que se sientan más implicados y comprendan las consecuencias de un mal comportamiento, reservando la sanción para casos muy concretos y siempre teniendo en cuenta que la misma ha de ser adecuada a su edad y entendimiento y guardar proporción con la infracción cometida. Normalmente no necesitaremos un castigo, sino hacerle entender que los actos tienen consecuencias, agradables o desagradables (por ejemplo, si ha tardado mucho en cenar, porque estaba jugando o distraído, no da tiempo a contar un cuento esa noche porque ya es la hora de dormir).
Refuerzo positivo
El refuerzo positivo es una herramienta necesaria para una educación segura. Resulta conveniente valorar todo lo que nuestros hijos hacen bien y reconocer y resaltar no solo sus éxitos, sino también sus esfuerzos, los actos de generosidad y la ayuda que saben a los demás. Al actuar así van aprendiendo, poco a poco, que las acciones buenas tienen consecuencias positivas y les motivaremos para seguir funcionando de esta manera. Además, cuando son premiados con un reconocimiento, un beso o un abrazo de sus padres, el refuerzo que reciben es más efectivo y duradero.
No podemos obviar su lucha y por eso sabremos alabar su esfuerzo, transmitiéndoles que no solo ganar es importante, participar también. Que las cosas hay que lucharlas con todas las fuerzas para conseguirlas y que es necesario, en cualquier vida, seguir luchando con constancia para conseguir un objetivo; todo esto les motivará para repetir e incrementar los actos buenos y sus conductas sanas convenientemente.
Hijos autónomos
Una relación abierta y basada en el cariño va a resultar fundamental para el desarrollo social y emocional de nuestros hijos. Y teniendo en cuenta que, con la edad, van a ser cada vez más autónomos y van a crear ámbitos de independencia, tendremos que supervisarles para que lleguen a conclusiones adecuadas hasta que desarrollen el pensamiento crítico.
El desarrollo de la autonomía en nuestros hijos es un elemento importante en la educación positiva que queremos transmitir. El niño se sentirá seguro cuando se vea capaz de hacer las cosas por sí mismo y, si es animado por sus padres para seguir haciéndolo, la motivación en esa conquista está más que asegurada.
Supone una ayuda relevante, para potenciar esa autonomía, hacerles partícipes de los planes que se organizan en casa y permitirles, según su edad que vayan eligiendo y seleccionando, por ejemplo, entre dos opciones de ropa cual prefieren o que propongan el plan familiar del fin de semana.
En definitiva, debemos considerar que desde que los niños nacen están deseando aprender y nuestra intervención resulta fundamental para que este aprendizaje se produzca. Por nuestra parte, aspectos como la empatía, la paciencia, la cercanía y el cariño van a ser fundamentales para que no se frene este proceso. Educar en positivo potencia este desarrollo, contribuye a mejorar las relaciones entre los padres y los hijos y favorece el crecimiento personal, emocional y social de nuestros hijos.