AUTOR: Catherine L’Ecuyer.

EDITORIAL: Plataforma Editorial.

EDICIÓN: 1ª, octubre de 2012.

Leyendo el título del libro, podría parecer que la autora va a señalarnos una serie de métodos para poder estimular el asombro en los niños y adolescentes, y así conseguir que se asombren al observar lo que les rodea.;sin embargo, su intención es la opuesta; porque su finalidad es ayudar al educador a descubrir dos cosas esenciales en el mundo de la educación: la primera es que la misión del educador es acompañar y acoger al educando, no inculcarle conocimientos o ideas y la segunda es que la tarea educativa, el desarrollo de cada persona en el proceso de su educación, es un proceso de adentro hacia afuera, no de afuera hacia adentro. Esta última frase puede resultar sorprendente a primera vista, pero mientras se lee el libro se comprende lo que quiere trasmitirse.

Comienza el libro haciendo alusión a la importancia que se da actualmente a la “motivación”, que se ve cómo un elemento indispensable para que los niños y jóvenes aprendan. Muchos educadores se plantean, que en nuestro mundo tecnológico lo mejor es motivar con imágenes, con el uso de las nuevas tecnologías. Para educar se bombardea con imágenes, actividades, “marcha”, se buscan todo tipo de estímulos… Y un defecto grave es no escuchar lo que cada niño es capaz de descubrir, no responder a su preguntas aparentemente absurdas que en realidad son muy creativas. Es en este contexto donde recoge dos textos, uno de Santo Tomás de Aquino: «El asombro es el deseo para el conocimiento» y el segundo de Chesterton “En cada niño, todas las cosas del mundo son hechas de nuevo y el Universo se pone de nuevo a prueba” que nos plantean que tanta estimulación puede llegar a ser destructiva.

La estructura del libro es sencilla y amena. Esta dividida en dos partes, en la primera se ocupa de hacer un estudio sobre el concepto de asombro y los diferentes métodos que se consideran importantes para facilitar el aprendizaje. Con fundamentos científicos y abundantes citas de autores de reconocido peso; llega a la conclusión de la necesidad de educar el asombro de nuestros hijos y alumnos, una tarea ardua pero posible en nuestra sociedad actual.

La segunda parte la dedica a darnos “pistas” para conseguirlo en cada niño, es muy importante reconocer que cada persona es única y en su proceso educativo entran en juego realidades esenciales: la importancia de la libertad interior, el amor del niño a la

naturaleza, el respeto de los ritmos de cada uno, la cultura, la Belleza (se refiere a ella con mayúscula) , el silencio, entre otros.

Cada capítulo comienza con una o dos citas de autores que introducen al contenido que se va a tratar y, en la mayoría de los casos, la autora hace al final de cada uno de ellos un compendio del tema principal que se ha tratado.

En la conclusión expone los beneficios que encontramos en la educación y los bienes que se producirán en la sociedad si ayudamos a cada niño y adolescente a salir de ellos mismos, siendo capaces de asombrarse ante lo que les rodea.

Un libro muy recomendable para quienes tienen entre manos la educación de los hijos y de los alumnos, especialmente en sus primeros años de vida.