Octubre 2019 – Exigencia y cariño en el hogar
¿Cómo combinamos la exigencia y el cariño en nuestro hogar?
¿Qué es mejor? ¿ser exigente o ser cariñoso con los hijos? ¿Se puede guardar un equilibrio entre estas dos variables? Considerar el peso de la balanza entre exigencia y la atención que prestamos a nuestros hijos es un aspecto esencial para considerar en educación infantil. Hoy vamos a comentar algunos aspectos de la teoría Diana Baumrind, una pionera en el estudio de los estilos educativos familiares. En algunas de sus investigaciones principales se establecen dos dimensiones básicas que conforman los estilos paternales que abordamos en este apartado. La primera es la exigencia (normas y demandas) y la segunda es la receptividad (atención y cariño). Las combinaciones de exigencia y receptividad aportan tres estilos parentales: democrático, autoritario y permisivo. Los describimos en este apartado brevemente.
Padres exigentes y receptivos: Estilo de autoridad o democrático
Los padres democráticos se caracterizan por ser “racionales” y hacer peticiones al niño adecuadas a su edad y su nivel de madurez y las hacen cumplir poniendo límites y marcando pautas de obediencia. Son capaces de ver los aspectos positivos de sus hijos, pero al mismo tiempo están pendientes de su conducta para corregirla cuando consideran que no es adecuada. Aceptan los conflictos con los hijos como algo natural y una oportunidad educativa.
Son padres que escuchan al niño y le atienden con cariño cuando este se explica ante algo que es importante para él. En relación con la receptividad con los hijos, los padres que tienden al estilo democrático disfrutan haciendo planes en familia e integran al niño como miembro y protagonista de las distintas experiencias que organizan juntos. El respeto es un valor importante en el hogar y se reconocen las necesidades y derechos de todos los miembros de la familia (no sólo de los padres y no sólo del niño). Guardan su visión como adultos, pero hacen lo posible por atender la percepción de sus hijos y se ajustan a la etapa infantil. Los padres suelen explicar al niño los motivos por lo que hacen las cosas y le acompañan verbalmente, e incluso corporalmente en el desarrollo de la acción si es necesario mostrándoles su ejemplo, para luego dejarles actuar por sí mismos potenciando su autonomía. Los niños tienen cierta libertad para iniciar las actividades o variar su modo de proceder cuando las ejecutan.
¿Cómo suelen ser los hijos de padres con un estilo de crianza democráticos?: Son niños curiosos y seguros que suelen tener un estado de ánimo alegre, muestran confianza en sí mismos, no suelen ponerse en riesgo ante situaciones amenazantes o que les perjudiquen, tienden a buscar y tener buenos amigos y les gusta cooperar con iguales.
Padres exigentes y no receptivos: Estilo autoritario
Estos padres son exigentes, la obediencia es un valor prioritario. Estos padres están tan pendientes de que las tareas que ordenan se cumplan que no son receptivos al estado emocional de sus hijos, y tampoco les otorgan el tiempo que necesitan para realizar las tareas. El conflicto educativo es una amenaza para ellos, un posible atentado contra su autoridad. En general son padres difíciles de contentar y no consideran necesario dar explicaciones cuando realizan un mandato recurriendo si es necesario a la fuerza o al castigo. Sus necesidades se anteponen a la de los hijos y no les otorgan el protagonismo como miembros de la familia. Les cuesta dar oportunidades a sus hijos para percibirse a sí mismos como responsables. Baumrind habla de un uso de la autoridad no racional, o no razonable, en la que la relación interpersonal queda anulada por la orden, y la autonomía del niño queda supeditada al mandato del adulto.
¿Cómo son los hijos de padres autoritarios? Estos niños tienen las siguientes características provocados por su exceso de control: Muestran ansiedad, excesiva agresividad o timidez, muestran frustración en sus relaciones con iguales, pueden tener conductas excesivamente agresivas o sumisas, no asumen riesgos, y pueden tener sentimientos constantes de insatisfacción, de no ser suficientemente buenos y no hacer las cosas suficientemente bien.
Padres poco exigentes y receptivos: Estilo permisivo
Los padres permisivos son los que suelen aceptar y permitir el comportamiento del niño por el hecho de ser niño. Son receptivos, le atienden y muestran sus cuidados, pero evitan imponer normas y establecer control sobre ellos. No les gustan los conflictos educativos y en general no reflexionan demasiado sobre si los comportamientos de sus hijos son los adecuados para su futuro, viven el momento presente. Estos padres permiten a sus hijos tomar sus propias decisiones, aunque los niños por edad y madurez no estén preparados y no sean capaces de hacerlo. Estos niños llevan la voz cantante en casa y suelen conseguir hacer lo que quieren, y en general son buenos negociando (¡un ratito más!). Los padres permisivos aceptan los impulsos de los niños como algo natural (¡son niños! ¡sólo se es niño una vez! ¡tienen que disfrutar!) Pueden incluso consultar a los niños sobre cuestiones importantes cuando son ellos realmente como padres los que deben de tomar la decisión. Suelen dar excesivas explicaciones sobre las normas, pero luego les cuesta hacerlas cumplir y poner consecuencias ante una infracción. Tienden a usar estrategias de manipulación y pequeños chantajes en su rutina diaria para conseguir que sus hijos hagan lo que deben. En ocasiones podemos percibirlos como padres “pasivos” que no tienden a controlar ni a poner límites al comportamiento de los pequeños.
¿Cómo son los hijos con padres permisivos? Son niños que pueden tener rasgos de inmadurez, en parte porque tienen dificultades para controlar sus impulsos; tienden a ser dependientes de los adultos; pueden llegar a ser poco persistentes y son más propensos a tener conductas adictivas.
Los padres que trabajan la armonía en su hogar favorecen el equilibrio en sus hijos. Tratan de contemplar las diferencias de cada hijo y atender a sus necesidades, al tiempo que favorecen que todos los miembros de la familia participen y se sientan protagonistas y responsables de su hogar. Transmiten valores en la familia como la honestidad, la racionalidad y la equidad, fomentando las relaciones humanas cálidas entre los miembros de la familia.