Marzo 2019 – Devuelve bien por mal
“Mamá, hoy en el colegio nos han dicho que no se devuelve mal por mal. Pero, ¿qué se hace cuando alguien está tratando mal a un compañero? ¿Qué se hace cuando te tratan mal a ti? ¿Me callo y dejo que siga?”
No es la primera vez que llegan a nuestra manos algunas dudas vuestras en relación sobre cómo debemos educar a nuestros hijos en situaciones como esta.
El patio de un colegio, los trabajos en equipo en el aula, situaciones en el comedor o en la urbanización, tantos momentos en los que los niños se alejan de la mirada de un adulto y prueban maneras de relacionarse con los demás que a veces son un simple juego y otras veces van más allá del juego. ¿Cómo educarles para que no sean vengativos y a la vez evitar que otros les hagan daño de forma persistente? (lo que ahora llamamos bullying).
Hace unos días, me comentaba otra madre cómo su hija estaba siempre en todos los “fregaos”. “No sé como lo hace, pero ahí donde ve alguien débil ella entra y acaba mal parada”. Hay niños que ante las situaciones de injusticia con otros entran a la guerra con uñas y dientes. En cierto modo es bueno, porque dicen los expertos que las situaciones de maltrato entre iguales sólo se frenan si los que “miran” actúan. El niño maltratador y el maltratado sufren. Sufren los dos. El papel de los que miran es crucial. Cuando los que miran actúan separando en equipo el que maltrata se queda sin público que lo aliente. Cuando los que miran, enseñan al que maltrata con su modo de hacer, con cariño, sin excluirle, a tratar mejor a los demás…, este puede encontrar formas sanas de tratar a sus compañeros.
Quizá no vendría mal algunas clases de teatro en los colegios para trabajar con los niños otros modos de hablarse, de tratarte, de jugar.
Por otro lado, el niño que ha sido objeto de maltrato queda hipersensibilizado y en estado de alerta y miedo, a veces, como no saben expresar lo ocurrido este estado reactivo les lleva a no saber cómo generar una nueva buena relación y pueden “estallar de furia” o “estallar de ira” sin venir a cuento, porque se encuentra “reactivo”. Es por eso que hay que ayudarle a pasar a un estado receptivo, para que encuentre formas adecuadas de responder a las bromas, las agresiones si vuelven (para frenarlas), y no interpretar las acciones de los demás siempre como un ataque.
Es posible devolver bien por mal. Es necesario que lo vean especialmente en los adultos. Esto supone que sin olvidar que todos los actos tienen una consecuencia, no nos rebajamos a su juego. Con nuestro modo de reaccionar podemos enseñarle que sus malas contestaciones nos afectan a nosotros también y generan dolor, pero no vamos a contestarles igual: con un grito o un desprecio. Si percibe que algún niño le mira mal, le habla mal o no le hace caso, podemos ayudarle a tratar de ser más comprensivo: puede estar pasando por un mal momento.
Hace unos días un niño de 8 años le comentaba a su mamá que “Fulanito” a veces le decía cosas que le molestaban o le daba mucho “la plasta” y se estaba empezando a cansar. Su madre no le dio mucha importancia y le ayudó a ver las veces que este niño se había portado bien con él. Le dijo: “quizá está un poco más tenso o triste por algo. A veces cuando tu vienes triste o molesto también te salen malas palabras hacia tus hermanos, ¿no?”. Al cabo de unas semanas se encontraron las madres de los dos niños, y la madre de “Fulanito” le contó a la otra que al niño le había detectado una incipiente depresión porque otros niños del colegio (de otra clase) le estaban tratando muy mal de manera persistente. Bueno pues, ahí estaba la clave. Pero, ¿cómo es posible que un niño que está recibiendo maltrato sea a la vez el que empiece a maltratar a otro? Los niños son niños y a veces, muchas, repiten los patrones que ven en otros para imponerse. A veces, la misma tensión y ansiedad que les genera ese estado de alerta y miedo les hace comportase de una forma inadecuada con otros. Pienso que quizá hemos de tener estas cosas en cuenta cuando nuestros hijos nos cuentan este tipo de incidentes en el colegio.
Cada caso es cada caso, y necesitaría un análisis pormenorizado. Pero ¿sería posible plantearnos qué le pasa al que hace daño para que esté actuando así? Es, sinceramente, el que más ayuda necesita. También sufre y es preciso que padres y profesores hablen para que podamos ayudarnos entre todos y generemos un mejor clima formativo para nuestros hijos. Todas las oportunidades de la vida son formativas si las sabemos ver y aprovechar.