Junio 2021: Educar hijos agradecidos
Para que los hijos no se conviertan en pocos años en auténticos tiranos, capaces de amargar la existencia a los padres y, de amargarse la vida a sí mismos con exigencias imposibles de cumplir; es necesario educarles de modo constante en la gratitud. Es esta una tarea que requiere constancia, paciencia, recordar de forma habitual, algunos fundamentos del agradecimiento, enseñarles a dominar sus caprichos y antojos y formarles en la fortaleza, la caridad y la templanza.
Para ello, vuestros hijos deben ser conscientes, en cada pequeño detalle de la jornada de algunas ideas base:
– Todo lo que reciben de la entrega de sus padres, es gratuito. Papá y mamá se sacrifican por ellos con inmenso amor, pero eso, no da derecho a los hijos a exigir cada vez más. Por ejemplo, en la comida deberán aprender a comer de lo que no les gusta -pues la comida es un don que nunca se puede despreciar y, menos, por la ley del gusto-; a ceder el mejor sitio en el coche, en la mesa, o en el salón; a realizar pequeños servicios a los que conviven con ellos -bajar la basura, recoger la mesa, barrer la cocina- sin sentirse por ello un mártir ni una persona explotada por los demás. Una forma de ser agradecido es dar de lo que crees que es tuyo -especialmente el tiempo dedicado a uno mismo- con magnanimidad.
– La mayoría de las cosas que disfrutan -ropa de marca, juguetes, aparatos electrónicos, etc.- son superfluos. Una muchedumbre de niños a lo largo y ancho del mundo sobrevive con mucho menos de lo que ellos, a veces, desprecian por viejo, feo, pasado de moda o, simplemente, diferente a lo que habían imaginado. Eso les convierte en personas afortunadas que tienen la obligación de devolver de algún modo, los dones que reciben. Por ejemplo, colaborando con algo de tiempo en tareas de ayuda a los necesitados que tiene alrededor -ancianos, enfermos, amigos con menos posibilidades-, compartiendo con sus hermanos el espacio doméstico, el uso de un aparato, etc. Y, de corresponder a sus padres con cariño y sacrificio moderando su carácter, siendo ordenados, y contribuyendo al buen ambiente familiar. La mejor manifestación de gratitud es corresponder con amor a los que hacen posible el propio bienestar, aunque eso suponga renunciar a tener la razón o, a perdonar las pequeñas molestias que nos causa el prójimo.
– El poder disfrutar de bienes materiales no significa que tengan derecho a ellos, ni que cuando falten deban hacer un drama o protestar de forma airada. Para aprender esa forma de gratitud podrán proponerse renunciar voluntariamente a alguna de esas comodidades a lo largo del día, de modo que esos pequeños sacrificios les entrenen para dominar su carácter y sus apetencias. Ducharse a veces con agua templada en vez de caliente, renunciar a su postre preferido en alguna ocasión, no vestir su prenda favorita algún fin de semana, desconectar el aparato de música durante un trayecto o por la calle, serán maravillosos modos de ser señores de su cuerpo y de su espíritu.
– Deben dar, con verdadera gratitud, las gracias a otras personas y, especialmente a sus padres, siempre que vayan a recogerles o a llevarlos a algún sitio al que podrían ir por sus medios, o les preparan un plan divertido, o les sirven una comida especial. Y que exigir más de lo que se les ofrece o quejarse de las cosas que no están a su gusto es una forma de desagradecimiento que hay que erradicar de sus vidas más bien pronto que tarde.