Febrero 2025: Educar la paciencia en la era de la inmediatez, desafío y oportunidad

Un típico refrán español nos recuerda que “el que algo quiere, algo le cuesta”. Y conseguir un objetivo no requiere solo esfuerzo, sino también, tiempo. Saber educar la paciencia y la necesidad de la espera es uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan padres y docentes en esta era de la inmediatez. Es un reto, una oportunidad para trabajar en una virtud importante para el desarrollo personal.
Casi todos tenemos la experiencia de lo acertado de este dicho en cuanto al esfuerzo necesario para conseguir las metas que nos proponemos, pero parece que nos vamos olvidando también del factor tiempo. La cultura de la inmediatez, de la que tienen mucha culpa la vida ‘frenética’, la sobreestimulación y las tecnologías que la aceleran y pueden llegar a ofrecer resultados o gratificaciones inmediatas —en el trabajo, el ocio, compras—, arrastra a los niños que son ya ‘nativos digitales’, pero también a los mayores.
Educar en la paciencia es importante para el desarrollo. Hablamos de la paciencia no solo como una simple espera, sino como capacidad para perseverar en el esfuerzo necesario para alcanzar metas, a corto y largo plazo, aprendiendo por el camino de los errores, controlar de la ansiedad ante lo que escapa de nuestro control y tolerancia la frustración. Hay claros beneficios para el desarrollo emocional y el crecimiento en resiliencia. En el ámbito de las relaciones sociales, la paciencia, y la tolerancia que va asociada, son de gran ayuda para mejorar la empatía y el respeto por los demás.
En el plano cognitivo, la paciencia contribuye a mejorar la atención, la concentración y la memoria, así como a la planificación del trabajo y a la toma de decisiones.
La mejor forma de educar la paciencia, como casi cualquier otra virtud, es el ejemplo y la práctica continuada.
Empecemos con el ejemplo, ¿Quién no se ha puesto nervioso en un atasco de tráfico, o en una cola que avanza lentamente? ¿O se ha alterado cuando el ordenador o Internet no ‘corre’ a la velocidad de la luz? ¿o hemos manifestado incomodidad ante una persona pesada, que habla demasiado?. Flaco favor estaríamos haciendo a la labor educadora si los hijos o alumnos perciben de forma habitual esa pérdida de paciencia ante pequeñas dificultades.
En segundo lugar, los niños necesitan practicar esta virtud y no hace falta una situación extraordinaria, tenemos oportunidades todos los días para ayudar a desarrollar la paciencia en niños y jóvenes:
En las interacciones familiares y sociales, hay que empezar por enseñar a controlar los impulsos, respetar las conversaciones sin interrumpir cuando no procede, esperar a que el otro termine de hablar, escuchando hasta el final, antes de hablar nosotros.
El contacto con la naturaleza puede ser un buen aliado para combatir la sobreestimulación que conllevan otras actividades, como las derivadas del uso de dispositivos tecnológicos. Puede ser un paseo o una excursión a la montaña, que nos muestre que se necesita tiempo y esfuerzo antes de alcanzar la cima, o plantar una semilla y acompañar el crecimiento de una planta, o cuidar de una mascota, con todo lo que esto implica.
Los juegos también son herramientas útiles para el fomento y ejercicio de la paciencia, especialmente los juegos de mesa que tienen reglas, dado que hay que seguir unas instrucciones, cumplir con los turnos y avanzar en su desarrollo hasta el final. Y no se puede ser experto la primera vez, si se pierde, no pasa nada. Lo importante es disfrutar del juego y seguir aprendiendo.
En el plano económico, en la pequeña escala que suponen las cifras que los niños pueden llegar a manejar, el ahorro puede ser una buena forma de ejercitar la paciencia antes de poder conseguir lo que se desea.
El establecimiento de un horario puede ser una buena ayuda para establecer una pauta temporal que les ayude a saber qué hacer en cada momento y esperar a terminar cada tarea antes de realizar la siguiente.
Por último, no olvidemos el refuerzo positivo, reconociendo y celebrando con orgullo cuando los niños hacen un esfuerzo de paciencia o tolerancia ante un imprevisto.
“Tener paciencia no significa dejar que las cosas pasen sin más. Es tener la fortaleza de esperar el momento adecuado.” – Papa Francisco