febrero 2021 – La decisión de obedecer
“Un pequeño paso de obediencia es un paso gigantesco hacia la bendición”( DT. 30, 20)
La desobediencia es una rebeldía negativa, que es movida por la rabia, la soberbia o por la pereza, ante un bien que se nos pide realizar. Muchas veces tachamos a nuestros hijos de desobedientes y nos olvidamos de que , si no nos obedecen, no es un problema siempre del niño, sino de nuestra falta de autoridad. Tenemos que conseguir que nuestros hijos nos obedezcan en un clima de libertad, de cariño y de confianza. Conseguir, acompañándolos de la mano, a que den pequeños pasos de obediencia y de aceptación de sus quehaceres porque es a él, a quien le hace bien. Es como en una gran maquinaria, cuando alguna pieza funciona mal en una familia, toda ella se resiente; si alguno de sus miembros no cumple su deber y es desobediente a lo que se espera de él, la familia no funciona. Enseñar a obedecer es hacerles más fácil el hecho de obedecer por la alegría y la satisfacción de haber hecho el bien, por eso hay muchas cosas opinables en las que debemos tener flexibilidad y llegar a tener acuerdos con nuestros hijos. La obediencia no anula el diálogo.
“ ¿Es mi hijo obediente?”
Increíble pero cierto. En ocasiones podemos cuestionarnos si nuestro hijo es desobediente o, por el contrario, tiene algún problema auditivo, no oye bien o simplemente, es distraído. ¿Cómo puedo saber si nuestros hijos son obedientes ? Varias pistas que pueden ser síntomas de obediencia o desobediencias:
- Cuando hacen oídos sordos al decirles que hagan algo que no les apetece hacer.
- Sólo hacen las cosas cuando los padres se lo exigen y nunca por voluntad propia.
- No suelen hacen caso a la primera. Hay que repetirle todo varias veces.
- Ante cualquier mandato, discuten las órdenes de modo continuo.
- Suelen obedecer enfadados y a regañadientes, sin alegría.
- Dan mil excusas para no hacer lo que deben hacer.
- Se escaquean de sus pequeños encargos.
- Solo obedecen al padre o a la madre por miedo y no a los dos por igual.
Educar en la obediencia ,en base a la libertad, no es solo poner límites. Nuestros hijos tienen que aprender que no pueden hacer lo que quieran, por encima de cualquier tipo de norma familiar, algo esencial que se aprende en casa. Para educar es imprescindible saber que los límites son una parte de la educación, no un fin en sí mismos. Se ponen límites porque la vida es así; porque no todo lo que se quiere hacer ,se puede hacer por la propia integridad personal. Regañar, enfadarse, gritar, o pegar a los niños para que se porten bien, pretender que los hijos se porten correctamente para que nos dejen tranquilos, dar órdenes sin ton ni son y sin explicar el porqué de estas, negarles porque sí y de forma automática todo lo que pidan sea lo que sea… no ayuda a obedecer.
“-Domestícame -dijo el zorro al principito.” Domesticar es poner en valor la necesidad de ayudar a crecer a aquella persona de la que me sé responsable por los vínculos del amor.