Febrero 2019 – ¿Falta de habilidades sociales o falta de educación? ¿Quién es el culpable?
Estoy preocupada con mi hijo, cuando le veo con sus amigos no hace más que hacer el bruto, y en general me parece que se tratan mal entre ellos. Entiendo que son chicos y pueden ser más bruscos, pero de ahí al desprecio con el que se hablan, hay un gran trecho. No me gusta el ambiente que se respira en el colegio, ¿es culpa de la sociedad? ¿No se puede hacer algo para enseñarles otro modo de relacionarse? Es el colegio sin duda el que debe ocuparse de esto (Comentario de una madre con hijos en Primaria)
El problema de que los niños se hablen y traten así viene de casa, del ejemplo de los padres, de las chicas que les cuidan, de la televisión, a nosotros ya nos vienen así y la sociedad no ayuda, poco podemos hacer. (Comentario de un profesor)
Ni uno ni otro sino TODOS A LA VEZ. Casi siempre lo fácil es echarle la culpa al de al lado y si podemos a la sociedad, parece que así podemos relajarnos un poco. Si embargo los cambios sólo son posibles si cada uno de los implicados somos capaces de asumir nuestra parte de responsabilidad, nuestra parte de culpa, nuestras posibilidades de mejora y trabajar todos en equipo. Padres y profesores anhelamos de verdad ir a una.
Sin duda los niños aprenden del ejemplo y ese ejemplo lo reciben en casa y lo reciben en el colegio. El ambiente de trato, de respeto, de límites, normas, de saberse pedir las cosa, de saberse persona y pedir perdón, el ambiente de agradecimiento y cariño que se respira en ambos lugares son esenciales para su crecimiento interior. Nuestros hijos nos tienen de referentes, no de perfección, sino de lucha, de esfuerzo sincero de mejora. Nos están observando, a todos. No atienden tanto a nuestras palabras como a nuestras obras, y como bien dice el refrán: Obras son amores. Y también sabemos que… Quien bien te quiere te hará llorar. Luego, cariño y exigencia no es que tengan que ir de la mano, sino que han de ir “fundidos” en el abrazo de la educación diaria.
Podemos aprovechar momentos de la cena para reflexionar con ellos sobre:
¿Cómo te sientes cuando alguien se da cuenta de que has llegado a un sitio y viene a saludarte? ¿Cómo crees que se sienten los demás cuando esto mismo lo haces tú?
¿Cómo te sientes cuando alguien te sonríe? Cuando alguien te habla y te cuenta algo bueno que le ha pasado ¿te alegras por él? Seguro que en alguna ocasión con motivo de algún traspiés de otra persona habéis pasado un rato de risas, pero, ¿has mirado a la persona que se ha equivocado? ¿Se reía también o estaba avergonzado? No siempre las risas son oportunas, a veces pueden herir. Si bien es cierto que hay que aprender a reírse de uno mismo… ¿En qué momentos crees que puedes aprender a reírte de ti mismo?
¿Cómo te sientes cuando estás solo y alguien se preocupa por ti? ¿Alguna vez has tenido este detalle con un compañero de la clase? ¿Cómo crees que se ha sentido? ¿Se te ocurre alguna persona a la que poder ayudar en este sentido?
¿Cómo te sientes cuando alguien te hecha la culpa de algo o cuando te grita o te habla con un tono amenazador? ¿Crees que esto te ayuda a aprender o a ser mejor? ¿Te gusta estar con esa persona? Aunque otros actúen así, ¿qué pasa si tu haces esto mismo con otros?
En fin, podríamos seguir con cada norma de cortesía, de trato con los demás, de delicadeza, ayudando a nuestros hijos y alumnos a reflexionar sobre ellos, enseñándoles el camino para generar un buen ambiente entre ellos. Seguro que poco a poco podemos entre todos generar un buen clima allá donde estemos, sin esperar a que sean otros los que lo hagan, siendo nosotros los promotores del cambio.