ENERO 2019 – ¿Compensa decir la verdad?
Hace unos meses hablando con una niña de 4º de Primaria decía: “prefiero mil veces esperar a que se den cuenta mis padres que les he mentido a decirles la verdad, porque cuando la digo me cae la mundial”.
Es posible que os hayáis encontrado en una situación en la que alguien en casa ha hecho la gran trastada u os enteráis de que es precisamente vuestro hijo el que la ha liado en el colegio…, ¿qué hacer? La mayoría de las veces nos sale someter al hijo al tercer grado, hasta que lo suelta y entonces llega el TEMIDO castigo.
Ciertamente decir la verdad es importante, pero más importante aun es valorar enormemente cada acto de sinceridad de nuestros hijos, cuando con la conciencia intranquila vienen a contarnos que ellos han sido los causantes o que la culpa es suya. En ese momento hay que darle un abrazo, agradecerle y valorar la valentía de haberse sincerado.
Después no hace falta mucho más. ¿Entonces se queda sin castigo? Quizá es mejor enfocar las cosas desde otra perspectiva. Imaginemos que nuestro hijo ha cogido las tijeras y ha roto el jersey de ese compañero que se le ha cruzado. Viene y te lo cuenta. Alabas su valentía y que confíe en ti para confesarte la fechoría. ¿Qué hacemos ahora?
Ahora toca enseñarle que el asunto no va de premios y castigos que vienen impositivamente desde fuera. Sino que la cuestión es que todos nuestros actos tienen CONSECUENCIAS. Cuando nuestros actos no son buenos, las consecuencias tampoco lo son. Su conciencia espera una forma de enmendar el daño. Por eso el siguiente paso es preguntarle:
- Ahora… ¿qué podemos hacer?
(Déjale pensar un rato. Seguro que se le ocurre alguna idea. Y sino:)
- ¿Cómo te sentirías si te lo hubieran hecho a ti?
- ¿Qué esperarías que hiciese la otra persona?
- ¿Hay alguna forma de enmendar el daño causado?
Con preguntas de este tipo es bastante probable que él mismo encuentre la forma de rectificar, lo que dará tranquilidad a su conciencia y además entenderá que la cuestión no va de castigos: “una semana sin play”, “el próximo trimestre no te apunto a fútbol”… No hacen falta amenazas ni castigos desproporcionados, sino que él mismo (y sino con tu ayuda) seguramente encontrará una CONSECUENCIA equilibrada y con la que de verdad aprenda.
Esto sería similar a cuando llegan las notas de evaluación y no son que digamos buenas y nos dice “me he distraído mucho en clase, he perdido el tiempo en casa, o he pasado más tiempo haciendo otras cosas que estudiando”. Es posible que nos salga un “si es que mira que te lo he dicho mil veces, no tienes remedio” o “eres un desastre”. Sin embargo podemos aprovechar este momento de sinceridad para planificar las consecuencias. Las preguntas en este caso podrían ser:
- ¿Cómo podemos hacer para que recuperes ese tiempo perdido?
- ¿Qué cosas te suelen distraer más?
- ¿Más o menos cuántas horas crees que has perdido a la semana?
- Sabiendo esas horas…, ¿de dónde podemos quitarlas?
Lo más probable es que esas horas que le han faltado ahora salgan de su tiempo libre, ese que dedica a los videojuegos, a ver la tele o cualquier otra cosa que sin ser mala en sí misma está desordenada en las prioridades de su agenda. Con esto aprende que:
- Si en un momento determinado no prioriza bien más adelante tendrá que recuperar las horas perdidas.
- Merece la pena “no hacer lo fácil sino lo correcto” en cada momento. Ese orden al final le va a proporcionar más tiempo para las cosas que le gustan.
- El esfuerzo es importante en la vida y tiene su recompensa. Si no hay otras dificultades de aprendizaje que se lo impidan se dará cuenta de la satisfacción del trabajo bien hecho y a tiempo.
De esta forma nuestros hijos/alumnos, entienden que nos importa, y mucho que sean sinceros, honestos. Y que eso supone:
- Negarse a hacer trampa o tomar algo que no nos pertenece.
- Admitir los errores.
- Escuchar la voz de la conciencia (bien formada).
Durante esta puesta en marcha de la valoración, por nuestra parte, de sus actos de sinceridad podemos utilizar estas herramientas:
- Alabanza Significativa: “Gracias por ser sincero”, “Gracias por tu honestidad”, “Gracias por admitir que lo hiciste”
- Lemas: Recuerda que ser honesto es muy importante, ayuda a las personas a saber que se puede confiar en ti
- Frases que ayudan a corregirles: “¿Cómo podrías ser sincero la próxima vez que esto suceda?” “¿Qué te ha impedido serlo esta vez?”
Es probable que alguna de las veces que sean sinceros, nosotros los adultos, no actuemos de la mejor forma. Será una buena ocasión para rectificar, disculparnos y aprovechar esta nueva oportunidad para valorar el que hayan sido sinceros.