Octubre 2024: LAS ‘EXTRAESCOLARES’. ¿OBLIGACIÓN U OPORTUNIDAD?
Ya inmersos de lleno en el nuevo curso, junto a la actividad docente principal, comienzan también las actividades extraescolares, en los propios colegios o en otro tipo de centros educativos, deportivos o culturales.
Recurrir a estas actividades que se realizan fuera del horario escolar puede ser, en ocasiones, una necesidad para la organización familiar. También pueden elegirse para la mejora del rendimiento académico o para desarrollar una afición o un talento de nuestros hijos.
En cualquier caso, tanto si es por conveniencia como por deseo, hemos de buscar que se conviertan en una oportunidad para el crecimiento y el desarrollo de los niños.
Debemos estar atentos para sortear los inconvenientes que pueden surgir, especialmente si la actividad extraescolar ha sido elegida con precipitación, con motivos inadecuados o poco planificada. En ningún caso esta ampliación del ‘horario laboral’ de los niños tiene que suponer un estrés adicional o sobrecarga que lleve al agotamiento físico o mental —los niños necesitan también su tiempo de juego libre y de estar con la familia—, por lo que encontrar el equilibrio es fundamental.
Además del posible impacto económico en la economía familiar —conviene estudiar la sostenibilidad en el tiempo de realizar la actividad—, hay un aspecto delicado que debe ser tenido en cuenta, como es la presión que se ejerce sobre los niños al establecer unas expectativas altas, queriendo que sobresalgan en todo lo que hacen. En este sentido, sin rebajar la exigencia de responsabilidad y aprovechamiento del tiempo, de lo que se trata es de que crezcan disfrutando de la experiencia, incluso cuando la actividad sea por necesidad de refuerzo académico.
Para conseguir este objetivo, la premisa principal es elegir una actividad extraescolar compatible con el interés del niño y no tanto el de los padres. Si soy padre/madre y me gusta la música, puedo fomentar su interés en mis hijos, pero no ‘imponer’ la música por ser tradición familiar. Este ejemplo es válido para cualquier área, sea la música, los idiomas, un determinado deporte o cualquier otra afición de los padres.
Los beneficios de las extraescolares
Bien seleccionadas, las actividades extraescolares tienen grandes beneficios como elemento de apoyo al desarrollo integral de los niños.
En primer lugar, podemos hablar de lo que supone para la mejora del rendimiento académico, siempre que se fomente la disciplina y el mejor aprovechamiento y gestión del tiempo. Además, si las extraescolares tratan de asuntos como lectura o idiomas, se puede conseguir un importante apoyo para muchas materias de los programas educativos reglados.
El beneficio de las actividades deportivas para la salud y bienestar también es claro, y no solo por las ventajas para el desarrollo físico, sino también por el fomento de valores de equipo y compañerismo, si son disciplinas colectivas, o de hábitos como la resiliencia y perseverancia en el caso de deportes individuales.
En el caso de actividades culturales, la creatividad puede ser la gran beneficiada, por el estímulo que supone para los niños expresarse y desarrollarse en un entorno artístico, menos rígido que el puramente escolar.
Por otra parte, las actividades extraescolares facilitan que los niños interactúen con otros niños que no son de su entorno habitual, por lo que se fomenta el desarrollo de habilidades sociales. Y no hay que olvidar que, cuando los niños se aproximan a etapas como la adolescencia, tener una ocupación o motivación por este tipo de actividades contribuye a prevenir problemas típicos de esa etapa, como el tiempo de ocio mal empeñado o compañías poco aconsejables.
Cómo elegir la ‘extraescolar’ adecuada
Mantener la motivación por las actividades ‘extraescolares’ es uno de los principales retos, y probablemente, de los más complicados. Para ello, es vital acertar con la actividad elegida.
Es buena estrategia explorar las diferentes opciones y presentárselas al niño, para que sea él quien elija la actividad que va a desarrollar ese curso, fomentando así su autonomía y también su responsabilidad —aunque se equivoque con la primera decisión—
En ese recorrido exploratorio, también se puede abrir el campo hacia actividades menos convencionales si creemos que tiene talento o podrían ser de su interés, como la cocina, la jardinería o la tecnología.
Desde el punto de vista familiar, la actividad extraescolar puede ser un motivo de encuentro y de compartir tiempo de calidad con nuestros hijos. Por ejemplo, poner en práctica lo aprendido en la extraescolar es una buena oportunidad para estrechar aún más los lazos padres-hijos.
Conclusión: Que sea una experiencia enriquecedora y gratificante
Podemos concluir que el principal objetivo que debemos buscar es que las actividades extraescolares sean una experiencia enriquecedora y gratificante para los niños, a la par que sirven de apoyo para el desarrollo de habilidades y talento, mejora física, el crecimiento cultural o académico y el desarrollo de virtudes, además de ampliar sus horizontes y ser fuente de relaciones de amistad duraderas.