Julio 2024: Un reto digital para el verano
La palabra reto, unida o próxima al adjetivo digital, suele despertar el interés de forma inmediata. Entusiasmo si se consigue, y satisfacción si, además, todo el mundo se entera del logro. Pero lo que venimos a proponer hoy es algo muy diferente, un desafío del que no quedan pruebas, pero que nos hará sentirnos orgullosos y, sobre todo, descansados: ¿qué tal unas vacaciones con menos ‘tecnología’?
Llegan las vacaciones la mayoría de nosotros, niños, jóvenes y adultos, llegamos a estas fechas con sobrecarga de horas de pantalla. En buena lógica, una desconexión digital se convertiría en un respiro necesario. Pero nos empeñamos en seguir ‘en línea’, enganchados al ordenador o al móvil, al que llegamos a convertir en el auténtico protagonista de nuestro ocio. Reducimos las posibilidades de relajarnos y de disfrutar de auténticos momentos únicos por estar pendientes de la última notificación en redes, responder al último mensaje en cuestión de segundos, o por engordar una colección de fotos de la que difícilmente tendremos tiempo de disfrutar.
El influjo de la cultura de la inmediatez y de documentar digitalmente cualquier momento, como si fuera más importante la foto en Instagram que la experiencia en sí, genera una gran esclavitud, reflejada en estrés y ansiedad añadida. ¿Es esto lo que queremos para nuestro descanso?
La tecnología es útil, en su justa medida
A estas alturas del artículo, parece que el consejo va a ser la desconexión total. No se trata de ese tipo de medidas radicales, pero sí de una dosificación. Los dispositivos tecnológicos pueden ser muy útiles para planificar viajes o actividades de ocio, así como para recibir información y comunicarnos con las personas de nuestro entorno. O, incluso, para el entretenimiento ocasional con juegos, lecturas o contenidos audiovisuales. Pero una cosa es la utilidad… y otra el abuso o la dependencia.
En el plano positivo, buscamos esa parte de bienestar que puede proporcionar la desconexión digital, como vivir momentos y experiencias sin otras distracciones, apreciar la compañía o conversación de las personas o disfrutar de los entornos naturales a través de los sentidos, y no de un objetivo o pantalla. Además, en términos de salud, esto favorece la calidad del sueño y del descanso.
El reto de la desconexión, en 5 pequeños desafíos
Tras recordar estos beneficios y la conveniencia de encontrar un equilibrio saludable entre la utilidad de la tecnología y la necesidad de cierta desconexión digital, llega el momento de plantear el reto para las vacaciones en pequeños desafíos concretos:
· Desafío 1: ¿Eres capaz de no dar una respuesta inmediata a las comunicaciones que no son urgentes? Parafraseando al popular cómico manchego, José Mota, quizá algo puede quedar para “mañana”. Limita tiempos para responder: cada hora, tres veces al día…y el resto del tiempo, disfruta
· Desafío 2: ¿Eres capaz de limitar las notificaciones de tu móvil? Desactiva la inmensa mayoría de ellas, o todas, si te sientes magnánimo.
· Desafío 3: ¿Necesitas mirar el móvil cuando estás con otras personas en un restaurante, en una comida familiar o mientras ves una película con los niños? Al menos déjalo en reposo durante las comidas y los planes en familia, dedícale tiempo exclusivo a los que amas.
· Desafío 4: ¿De verdad tienes la necesidad de ‘dar envidia’ a tus contactos sobre dónde has estado? Si Instagram no es tu profesión deja de lado el postureo y preocúpate de disfrutar del momento y la compañía. Envía fotos una sola vez, al final del día, a personas a las que aprecias.
· Desafío 5: ¿Vas a llevar el móvil a cuestas 16 horas, y tenerlo las otras 8 a mano en la mesilla de noche? Trata de disfrutar de la naturaleza o la cultura, al menos una vez, sin sacar el móvil del bolsillo para hacer una foto. Y si quieres llevar el reto a otro nivel…deja tu móvil en casa, en el coche, o en el fondo de la mochila.
¿Te atreves con estos sencillos retos? Su cumplimiento no asegura unas vacaciones ideales, ya que cada persona es diferente y tiene sus circunstancias, pero puede ser un buen experimento para redescubrir el placer del descanso auténtico, de valorar las relaciones humanas cara a cara y de disfrutar de la naturaleza, la cultura o el arte de forma directa. ¿Nos lo cuentas a la vuelta?