JUNIO 2024. LA IMPORTANCIA DEL MOVIMIENTO EN LA INFANCIA
“ El niño, con su enorme potencial físico e intelectual, es un milagro frente a nosotros. Este hecho debe ser transmitido a todos los padres, educadores y personas interesadas en niños, porque la educación desde el comienzo de la vida podría cambiar verdaderamente el presente y futuro de la sociedad” (María Montessori)
Un milagro frente a nosotros. ¿Es así nuestra mirada hacia los más pequeños? Esas personitas diminutas que se mueven pueden llegar a hacer mucho ruido, pero… ¿tienen todo nuestro respeto y admiración? o ¿somos de los que piensan que los niños, cuanto más quietos y callados estén, más buenos son? Hagamos un breve y esquemático recorrido del desarrollo de la motricidad gruesa.
Los bebés, cuando nacen, apenas se mueven. Cualquier movimiento, ya sea mover las manitas o subir las piernas nos produce alegría y asombro y, ni qué decir tiene, cuando empieza con los primeros balbuceos. A medida que van cumpliendo meses, ya son capaces de rotar, girar por sí solos en el suelo y, posteriormente, se inicia la fase del arrastre, seguida del gateo. Poco a poco comienzan a agarrarse a objetos para ponerse de pie (la conocida etapa de los golpes, porque con facilidad pierden el equilibrio y caen al suelo). Tras varios meses de ese “entrenamiento” es hora de lanzarse a dar sus primeros pasos. Esa etapa nos produce mucha ternura y nos hace darnos cuenta de lo vulnerables que somos los seres humanos. Damos tres pasitos y ¡plaf! al suelo, pero también descubrimos que desde muy pequeños tenemos ese poder de superación y de no rendirnos ante lo que supone un gran reto, en este caso, lanzarse a caminar.
Una vez alcanzado ese dominio motriz, que es poder andar solo sin caerse al suelo, empieza una etapa muy emocionante para cualquier padre, porque ese niño, ya no tan bebé, querrá explorar su entorno y todo lo que le rodea, ya que todos los niños tienen una curiosidad innata desde que nacen, es la maravilla del ser humano.
Queremos interactuar con el mundo porque formamos parte de él, y somos seres sociales por naturaleza. Habrá niños más o menos curiosos. Los más curiosos y exploradores tenderán a “liarla” en alguna ocasión, pero también será su forma de aprender y nosotros, los padres, deberemos estar ahí para enseñar y corregir. ¡Cuántos niños habrán metido los deditos dentro de las bisagras de una puerta, o en un enchufe, o habrán hecho un “Picasso” en las paredes de su casa!… Ellos no saben que eso está mal o que es peligroso, deberán aprenderlo.
Nuestro papel en esta etapa es FUNDAMENTAL, y no debemos caer nunca en el pensamiento negativo de afirmar que es una etapa donde “se acabó la paz en casa” o “mi hijo es demasiado movido y agotador” , todo lo contrario, gracias a Dios nuestro hijo crece y está sano. Cuántos niños hay, que para que no se les oiga y que no hagan ninguna travesura, o simplemente para tenerle perfectamente controlado, se les sienta en una silla de paseo o hamaquita y se le enchufa a la televisión, al móvil o al iPad. Tristemente eso sucede en muchos hogares, en restaurantes, en las salas de espera del médico, incluso en Misa… ¿No será más sencillo enseñar a los niños cómo deben portarse, o enseñarles a entretenerse leyendo un cuento, jugando, pintando etc.? Utilizaremos nuestra imaginación y no vayamos por la vía cómoda y rápida de la tecnología. Cierto que, en algunos casos, será bueno acudir a ella, pero no debe ser el recurso habitual, especialmente para menores de tres años.
Debemos tener presente que nuestro hijo pequeño está en una etapa fundamental para su desarrollo físico y psíquico y nosotros debemos favorecer ese desarrollo psicomotriz, dejando a un lado la sobreprotección, que es otro de los peligros en los que podemos caer. Nuestro hijo muchas veces sólo necesita un pequeño impulso para poder subirse a una silla, a un sillón, incluso a la cama y lo que suele ocurrir es que nosotros, los padres, directamente les levantamos y les “colocamos” ahorrándoles esa capacidad de esfuerzo. Ese tipo de acciones, que muchas veces las hacemos de manera inconsciente, no les favorece.
El lenguaje, en esas edades tan tempranas, todavía no lo han desarrollado correctamente y la forma que tienen los niños de comunicarse y expresarse es a través del movimiento, tanto corporal como ocular. Cuando un niño se enfada o entristece, por lo general, se tira al suelo y patalea, cuando está contento da saltos de alegría, cuando está triste oculta su carita entre las manos.
En el juego libre es donde podemos ver ese desarrollo físico e intelectual de nuestro hijo, de ahí su gran importancia. El juego es el medio por el que los más pequeños descubren, experimentan y aprenden, desarrollando sus habilidades y capacidades, dan rienda suelta a su imaginación y se convierten en los protagonistas de su propio aprendizaje.
Los puntos claves en los que tenemos que incidir como padres para favorecer su desarrollo motor, especialmente en los primeros años de vida, serían los siguientes:
- Favorecer el movimiento de nuestro hijo, respetando su ritmo evolutivo. Mucho tiempo de suelo, de estar cerca animándole a probar movimientos nuevos.
- Dejar a un lado la sobreprotección
- Limitar el tenerle “enchufados” a la televisión y otros tipos de tecnología
- Dejar tiempos para el juego libre, así optimizaremos, también, su desarrollo emocional y cognitivo
- Disfrutar de los más pequeños, aunque hagan ruido y se muevan de aquí para allá, ¡es una bendición!
Os animo a leer dos interesantes artículos:
El primero de Cristina Murcia editado en La revista HACER FAMILIA que os puede aportar más luces.
El segundo de Dra. Sandra Castro Berna, académica de la Escuela de Pedagogía en Educación Parvularia de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica del Maule, sobre la importancia del movimiento en el aprendizaje
https://portal.ucm.cl/noticias/opinion-la-importancia-del-movimiento-aprendizaje-los-ninosasmart