LA FAMILIA Y LAS RELACIONES SOCIALES
La importancia de las relaciones sociales del ser humano puede entenderse si partimos de esta consideración: “No es bueno que el hombre esté sólo” (Gen 2,18).
En esta frase del génesis, Dios no se refiere exclusivamente a la soledad de Adán, sino también a la soledad de Eva. La soledad, en el sentido más estricto, hace daño al hombre.
Como dijo Aristóteles, la persona es un ser social por naturaleza. Ya seamos varón o mujer, necesitamos de los demás para poder desarrollarnos plenamente y descubrir nuestra propia identidad personal. Necesitamos de los demás para poder vivir y ser felices.
Más allá de cubrir las necesidades básicas: sueño, alimentación e higiene; la familia es el primer lugar donde los más pequeños empiezan a socializar, de ahí el papel fundamental de la familia en el desarrollo social y emocional del niño: “La familia es la primera célula esencial de la sociedad humana”(Papa Juan XXlll) . Es, en el ámbito familiar, donde se empiezan a desarrollar las capacidades y habilidades sociales más importantes para que, en un futuro, el niño sea capaz de desenvolverse, comportarse y adaptarse a los distintos ámbitos sociales.
El primer reto, a nivel social, al que se debe enfrentar el niño, es la etapa escolar. En esa etapa aprenderá a interactuar con otras personas ajenas a su núcleo familiar. S, durante los primeros años de su vida, hemos sabido proporcionar a nuestro hijo las herramientas adecuadas para poder desenvolverse socialmente de forma sana y segura, la adaptación a ese nuevo entorno será más fácil y sencilla.
¿Cuáles son esas herramientas para que la adaptación social de nuestro hijo sea óptima?
- Rutinas. Los niños que normalmente siguen unos hábitos y rutinas en sus casas se adaptan, con mejor facilidad, a las nuevas rutinas escolares y a cualquier ámbito en el que , posteriormente deban desenvolverse.
- Autonomía. Cuando un niño intenta hacer las cosas él solo, se sentirá más seguro y capaz. No sucede lo mismo con los niños que están acostumbrados a que se les haga todo, dependendiendo así, cien por cien, de la ayuda del adulto (comida, aseo, arreglo personal, etc.)
- Guerra al capricho. Dar a nuestro hijo todo lo que demanda y quiere no es bueno. Aprender a esperar, es una de las herramientas fundamentales en el
- desarrollo de la persona. Los llantos no tienen que ser motivo para satisfacer sus demandas, educar en la fortaleza le ayudará a descubrir el valor de las cosas.
- Salir de uno mismo. “No sólo existes tú”. Enseñar a nuestro hijo a mirar que hay más gente alrededor, preocuparse de los que tienes cerca y no tan cerca, le dará armes en su corazón y en su vida para relacionarse con empatía y solidaridad con los compañeros de viaje que encuentre en su camino.
- Buenos modales: El “gracias y por favor” no pueden faltar en el vocabulario de nuestro hijo. El agradecimiento facilita las relaciones con los demás ya que, él mismo se hace agradable en su entorno social.
- Reconocer la autoridad Respetar a los mayores es un bien que se enseña desde pequeños. Lamentablemente, hoy en día, podemos ver niños que pegan o insultan a sus padres o incluso a gente que no conocen. Ante esto, los padres debemos corregir esa conducta y dejar claro que esa falta de respeto no puede volver a ocurrir. No siempre sucede así, a muchos padres les hace gracia ver el mal genio que tiene su hijo y no inciden en cambiar esa conducta.
Superado estos primeros retos sociales de la etapa escolar, vendrán otros más donde el niño establecerá nuevas relaciones: cumpleaños de amigos, excursiones, fiestas familiares, etc.
Poco a poco irá aprendiendo cómo comportarse en cada uno de esos ambientes, y sus relaciones sociales serán cada vez más amplias. Es importante incidir en la gestión del tiempo libre: como padres debemos saber administrar los planes de nuestros hijos, utilizando siempre el sentido común. No nos acostumbremos a ver normal que nuestros hijos, en edad infantil, tengan planes con los compañeros y amigos del colegio todos los viernes o fines de semana y, mucho menos, cumpleaños a mitad de semana, en un día escolar. No podemos olvidar que son muy pequeños y todavía tienen que fortalecer sus propios vínculos familiares.
A lo largo de mi vida profesional, muchos padres me ha transmitido su preocupación por la intensa “vida social” de sus hijos de 4 y 5 años, niños que, si un viernes por la tarde no tienen un plan con sus amiguitos, se frustran y se enfadan pensando que van a estar en casa, con rabia de “no hacer nada” y aburriéndose con facilidad. Está en nuestras manos, como padres, hacer ver a nuestros hijos lo valioso que es estar en casa disfrutando de la familia, jugando, si se tienen, con los hermanos y ¿ por qué no? aburriéndose un poquito. Si los planes con amigos son algo excepcional, cuando los tengan, sabrán valorarlo y les hará más ilusión.
A continuación, os dejo un interesante artículo que habla de cómo preparar a los hijos para la vida social:
https://www.unav.edu/opinion/-/contents/03/06/2019/preparamos-a-los-hijos-para-la-vida-social/content/CnBM7sduyZOb/21834119