EDUCAR EL TIEMPO LIBRE
Hace varios años, mucho antes de la pandemia, tuve una tutoría con la madre de una de mis alumnas, que era extremadamente tímida e introvertida, pero ciertamente trabajadora y con mucho talento artístico.
Su madre me comunicó que estaba muy preocupada porque su hija apenas salía de casa, no quedaba con amigos, su tiempo libre lo pasaba encerrada en su habitación leyendo o dibujando. Tras escuchar toda la problemática, le pregunté “¿Qué planes soléis hacer en familia o con vuestros amigos? ¿Qué ocio fomentáis en casa?” Su respuesta fue: “Uy, nosotros somos muy caseros, apenas salimos ni quedamos con amigos”. No hizo falta nada más, ahí estaba la respuesta.
Y es que, de igual forma que educamos en hábitos de estudio, en rutinas de higiene, en buenos modales o en la fe, hemos también de educar a nuestros hijos en el tiempo libre. ¿Cómo? Enseñándoles alternativas de ocio a la pantalla, al centro comercial y a los bancos del parque.
Siendo ejemplo de ocio sano y de amistad verdadera. Fomentando nuestras aficiones y haciéndoles partíci-pes de ellas. Potenciando su curiosidad y dejando margen para que vayan descubriendo lo que les gusta y lo que les apasiona, confiando en ellos y sugiriéndoles planes para ellos y también para hacer con sus amigos.
Hemos de asombrarnos para poder transmitirles el asombro por un buen museo, por un paseo por la mon-taña, por un deporte, por el baile…que tomen gusto a ir al cine, al teatro, a observar los monumentos y la historia de su ciudad… Han de ser gente despierta e inquieta culturalmente. Los niños tienen esa facilidad e instinto cuando son pequeños: todo les hace ilusión, todo les gusta, todo les interesa… ¡No dejemos de fo-mentarlo en casa para que no lo pierdan nunca! ¡No lo perdamos tampoco nosotros como padres y educa-dores!
Es bueno que en casas hagamos planes con ellos y para ellos, no por el mero hecho de salir, sino para que vaya creciendo en ellos ese gusanillo por conocer, saber, aprender… Además, de esta forma, haremos que crezcan en ellos intereses personales por la música, la pintura, el deporte, el cine, los idiomas… ¡Nunca se sabe qué vamos a despertar en ellos! No permitamos que caigan en el ocio fácil e insulso de los Youtubers, TikTok, horas en Instagram, o incluso no hacer nada, porque no les ayuda a crecer ni personal ni intelectual-mente y no les deja ningún poso que realmente les beneficie.
Un buen ocio, además, les ayudará sin duda en el plano académico. Saber y aprender no es sólo una cuestión de libros de texto, ¡es un gran placer estudiar en mayor profundidad algo que conoces y también conocer algo nuevo! Seamos su ejemplo.
Como dice la célebre frase de Confucio: “Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí”. ¡No dejemos de hacer con ellos cosas porque, sin duda, es la mejor de las opciones!