Octubre 2022: Educar en la verdad
Todas las grandes empresas, fundaciones y asociaciones tienen en su foro interno un claro motivo y una nítida función. La familia y el colegio también comparten, de una manera similar, el proyecto de enseñar a pensar y de forjar la mente con el bien y la verdad.
Ratzinger afirma que las ideas valiosas tienen siempre algo que ver con la verdad. Sin embrago, demasiadas veces en nuestro entorno, no hay otra verdad que la que afirma la mayoría y, esa, carece muchas veces de valor real. Muchos creen, sin dudar, lo que “todo” el mundo dice, lo que se afirma en las redes sociales y en los medios de comunicación; pensando que…, ¡no van a estar todos equivocados!, y así, nos engañamos a nosotros mismos.
Podríamos sistematizar la extensión de las ideas actuales en estos pasos:
– En primer lugar, alguien tiene una idea, o una opinión, y la expresa para que otros puedan compartirla.
– Los que están de su lado, los que piensan parecido o los que tienen intereses que esa idea facilita, máxime si tienen los medios para hacerlo, le hacen eco intelectual a esa opinión.
– La mayoría de los que leen o escuchan esa idea la difunden sin poner objeciones, preocuparse por comprobar la veracidad de la sentencia y, mucho menos, por asegurar su fuente.
– Se reenvía esa información acrítica a más y más gente…los poco inquietos, los que se acomodan a lo que se les dice sin comprobar más, lo creen y lo siguen difundiendo.
– Se repite tanto esa idea que se instala en la mente y en el pensamiento de una gran masa de personas manejables, como una verdad incontestable.
Este es el contexto social dominante, en el cual los niños van forjando el mundo de sus ideas y de sus pensamientos.
Ideas que se asientan en sus mentes porque se lo ha dicho un compañero en el colegio, lo ha visto en un programa de televisión, lo ha leído en las redes sociales o simplemente, se lo ha enseñado un vídeo de Tic- Toc. Hemos de mostrarles que no todas las opiniones e ideas tienen el mismo valor en relación con la realidad, unas son más acertadas que
otras, e incluso algunas son falsas, mentiras que no se ajustan a los hechos y que hemos de rechazar.
Se mezcla una mentira asimilada como verdad con una falsa noción de libertad, que empeora la capacidad de pensamiento crítico. Así, a los niños, se les muestra como un valor incontestable hacer, pensar o decir “lo que nos dé la gana”, al margen de que resulte o no conveniente o de las consecuencias que tengan esas acciones en su propia vida y en la de los demás, sin más ley que el propio deseo y sin más juez que uno mismo. El problema es que esto es falso y no puede llevar sino a la desazón y el desencuentro con los demás, a no ser que renunciemos a encontrar la verdad.
Hoy es más fácil no luchar y dejarse llevar por lo que se lleva, que dar la cara por lo que se cree y se piensa. Es más fácil nadar a favor de la corriente, que enfrentarse e ir contracorriente de una masa que se empeña en ir hacia delante siguiendo una uniformidad en las ideas, pensamientos, forma de vivir y hasta forma de vestir. Los niños necesitan que les ayudemos, como padres y profesores, a esforzarse por descubrir la verdad sobre ellos mismos, sobre la vida, la identidad de la persona, los valores y la influencia de los demás en nuestras decisiones y opiniones.
Hay demasiada mediocridad, disfrazada de tolerancia, y cobardía, disfrazada de humildad, de los que se llaman buenos y no se atreven a defender la verdad que creen, que piensan y que viven o, aún peor, dejan de pensar y de vivir para acomodarse a una sociedad cómoda en que todo se hace “a la carta”. La coherencia no está de moda, y, sin embargo, es uno de los valores y de las virtudes más atractivas a la hora de escoger un ejemplo a seguir.
Lo que hay que hacer, se hace; lo que hay que decir, se dice, con caridad, con fuerza, con personalidad y con decisión. Los niños deben conocer sus talentos, sus cualidades y virtudes para así superar los defectos y las inclinaciones o pasiones más bajas que todo ser humano tiene. Soy lo que decido, no lo que pienso o siento. Ayudar a que las obras acompañen a la verdad que descubrimos es fundamental para desarrollar niños seguros de sí mismos, fuertes y alegres.
La verdad siempre se abre paso y vivir conforme a ella es fuente de profundo gozo. Pero cada uno es limitado en su captación de la realidad, por eso necesitamos a los demás, para ampliar nuestros puntos de vista, nuestros horizontes y superar nuestras limitaciones, a la vez que ponemos los talentos personales al servicio de los demás.
Por ese motivo el diálogo es uno de los mejores medios para entrenar la inteligencia. Estudiar con ellos, ayudarles a entender, pedirles que argumenten sus ideas, servir de modelo de razonamiento y de escucha activa, les ayudará enormemente a cimentar bien sus ideas y no dejarse llevar acríticamente de cualquier ocurrencia que se difunda en las redes sociales.
Al tratar de vivir con coherencia en nuestras vidas, llegaremos a hacer nuestra aquella frase evangélica: LA VERDAD OS HARÁ LIBRES y yo añadiría… también felices.