JUNIO 2019 – ¿Sabemos escuchar?
Afirmaba Goethe que escuchar un arte, más importante que hablar. A priori parece más importante y relevante saber hablar que saber escuchar. Sin embargo, no es así; es precisamente la capacidad de escuchar y saber escuchar una de las características más necesarias en el amor.
Las personas tenemos una intimidad que nos constituye y que, en principio, está velada a curiosos y extraños, pero que tiene necesidad de abrirse al otro, y la única forma de lograrlo es a través de la comunicación. Pero si no hay quien escuche, de nada vale.
A la confianza, se llega escuchando. Sin escucha no hay entendimiento ni afecto. Sin escucha sólo habría aislamiento, soledad, incomprensión, incapacidad de dar y compartir.
Escuchar se convierte en una necesidad vital en el amor y, por tanto, una actividad que es necesario aprender y ejercitar, porque no es tan sencillo como poner la oreja.
Con el ritmo de vida que llevamos no es fácil pararse a escuchar. Es cierto que hacemos muchas cosas-tal vez demasiadas-, pero desde luego no la más importante. El ruido exterior y la prisa interior son malos compañeros de viaje en la acción de escuchar a quien más queremos. Si no nos prestamos la debida atención uno al otro, acabaremos por tratarnos sin respeto alguno.
En la convivencia diaria, no basta con aprender a escuchar, es necesario que, además de aprenderla, la pongamos por obra, la ejercitemos de continuo y nos esmeremos en ella.
Sugerencias prácticas
- Escuchar es una manera de mostrar interés por el otro y por lo que quiere expresarte. Acógele con tiempo y sensibilidad. Crea el clima de confianza que corresponda. Trata de ponerte en su lugar, sintoniza con él según su necesidad. Si está alegre, alégrate con él, si está triste, acompáñale en su tristeza, porque el dolor compartido disminuye. Es una manera de amar con finura, con delicadeza.
- Cuando escuches, además de con los oídos, hazlo con los ojos. Mantén un respetuoso contacto visual. Más aún: pon los cinco sentidos. Elimina las distracciones y céntrate en quien te habla. Haz que pueda apreciar que escucharle es para ti, en ese momento, lo más importante.
- Sé paciente y no interrumpas; deja concluir su diálogo contigo. Permítele que comparta sus sentimientos, sus impresiones; y aprovecha para conocerle mejor y valorar sus ideas. A menudo disfrutamos escuchándonos a nosotros mismos, cuando nada aprendemos de ello. Son demasiados los que piensan que son maravillosos con las personas ¡porque hablan bien! no se dan cuenta de que ser maravillosos con las personas significa escucharlas bien.
- “Escuchar significa, sobre todo, deseo de comprender”, señalaba Stephen Covey. Escucha, pues, para ello; no solo para responder; hazlo sin prejuicios, sin ponerte a la defensiva. Escucha lo que te dice el otro, lo que no te dice y…, lo que te quiere decir. “Lo importante no es (solamente) escuchar lo que el él/ella dice, sino averiguar lo que piensa”.
- Que tus palabras no conviertan el diálogo en dos monólogos: se trata de trabajar juntos en aquello sobre lo que se conversa. Se trata de crecer. “Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros”, señalaba Martin Luther King.
Esfuérzate en escuchar. En hacerlo debidamente: en tiempo y forma. Quien escucha, también gana. Por muchas razones.