Abril 2019 – El perdón al servicio del amor
Descubrir la verdad de nosotros mismos es descubrir nuestro cuerpo, carácter, inteligencia, nuestra libertad, y también conocer a la otra parte.
Es tremendo comprobar cómo se extiende la infelicidad, la tristeza en este mundo, porque nos negamos a descubrir quiénes somos; esto lleva consigo implicaciones personales de cambio de vida, y simplemente muchas veces, por falta de generosidad, no queremos este cambio.
Conocer también las limitaciones que tenemos es importantísimo para la vida de amor, ya que nos relacionamos con nuestras imperfecciones; desconocerlas, obliga a la otra parte a que haga un sobreesfuerzo para comprenderme, o para aceptarme, simplemente como soy.
De vez en cuando es muy bueno tener una conversación los dos solos, tranquila, que acabe bien, con una entrega recíproca; ser capaces de decir: “Me gusta todo de ti, aunque si mejorases en este punto –sugerir un punto débil que puede mejorar-sería muy bueno para los dos”.
Sucede, que, a pesar de conocernos, surgen pequeños roces o diferencias que enturbian nuestro proyecto, por esta razón el arte de convivir en pareja está estrechamente relacionado con la capacidad de pedir perdón y de perdonar. Somos débiles y caemos con frecuencia pero tenemos que ayudarnos mutuamente a levantarnos siempre y recomenzar. Lo conseguimos, muchas veces, a través del perdón.
Si no nos conocemos, con nuestras limitaciones, nuestras rarezas, es muy difícil perdonarnos y renovar el amor del principio.
En ocasiones sufrimos alguna vez injusticias y humillaciones de parte de quien más nos quiere; es cierto que nadie puede hacernos tanto daño como los que debieran amarnos. “El único dolor que destruye más que el hierro es la injusticia que procede de nuestros familiares,” dicen los árabes.
¿Cómo reaccionamos ante un mal que nos ocasiona nuestro marido o nuestra mujer? A veces, desearíamos espontáneamente devolverle el mal de alguna manera. Pero esta actuación es como un bumerán: nos daña a nosotros mismos. Es una pena gastar las energías en enfados, recelos o rencor.
Sólo en el perdón brota nueva vida. Por esto es tan importante el “arte” de practicarlo.
¿Qué es el perdón? ¿Qué hago cuando digo al otro: “Te perdono”? Es evidente que reacciono ante un mal que alguien me ha hecho; actúo, además, con libertad; no olvido simplemente la injusticia, sino que renuncio a la venganza y quiero, a pesar de todo, lo mejor para el otro.
Por otro lado, perdonar no consiste en no querer ver este daño, en colorearlo o disimularlo. Algunos pasan de largo las injurias con las que les tratan sus cónyuges, porque intentan eludir todo conflicto; buscan la paz a cualquier precio y pretenden vivir continuamente en un ambiente armonioso. Parece que todo les diera lo mismo. “No importa” si los otros no les dicen la verdad; “no importa” cuando los utilizan como meros objetos para conseguir unos fines egoístas; “no importan” tampoco el fraude o el adulterio. Esta actitud es peligrosa, porque puede llevar a una completa ceguera ante los valores.
Si uno se acostumbra a callarlo todo, tal vez pueda gozar durante un tiempo de una aparente paz; pero pagará finalmente un precio muy alto por ella, pues renuncia a la libertad de ser él mismo. Y ni siquiera se da cuenta de su falta de autenticidad. Es normal que una injusticia nos duela y deje una herida. Si no queremos verla, no podemos sanarla.
Afrontar un sufrimiento de manera adecuada es la clave para conseguir la paz interior.
Perdonar es amar intensamente. El verbo latín per-donare lo expresa con mucha claridad: el prefijo per intensifica el verbo que acompaña, donare. Es dar abundantemente, entregarse hasta el extremo. El poeta Werner Bergengruen decía que el amor se prueba en la fidelidad, y se completa en el perdón.
Una persona sólo puede vivir y desarrollarse sanamente, cuando es aceptada tal como es, cuando alguien la quiere verdaderamente, y le dice: “Qué bueno que existas”. Amar a una persona quiere decir hacerle consciente de su propio valor, de su propia belleza. Si no perdono al otro, de alguna manera le quito el espacio para vivir y desarrollarse plenamente.
En el amor todos necesitamos el perdón, porque todos hacemos daño a quien más nos ama, aunque algunas veces quizá no nos demos cuenta. Necesitamos el perdón para deshacer los nudos del pasado y comenzar de nuevo. Es importante que cada uno reconozca la propia flaqueza, los propios fallos -que, a lo mejor, han llevado al otro a un comportamiento equivocado-, y no dude en pedir, a su vez, perdón al otro.
Para terminar nos pueden ayudar estas sabias palabras: ¿Quieres ser feliz y hacerle feliz? Perdona siempre.