Mayo 2020 – Amoris Laetitia
Autor: Papa Francisco
Editorial: Palabra
Año: 2016
Podemos aprovechar estos días de confinamiento para leer documentos importantes de la Iglesia que nos enriquecen y nos ayudan a crecer en el amor. Uno de ellos es esta exhortación apostólica del Papa Francisco. Escrita como propuesta para las familias cristianas estimula a valorar los dones del matrimonio y a sostener un amor fuerte y lleno de valores.
Nace tras los sínodos sobre la familia celebrados a lo largo de los años 2014 y 2015 para hablar sobre la familia. Es un documento compuesto por 325 puntos y dividido en 9 capítulos; comienza con una introducción y termina con una oración a la Sagrada Familia. Con su trabajo sinodal los obispos pusieron sobre la mesa la situación de las familias en el mundo actual. El Papa Francisco recoge las aportaciones de los Padres que trabajaron en el Sínodo y añade algunas consideraciones que puedan orientar la reflexión y el diálogo.
Se publica el Año Jubilar de la Misericordia y se escribe con dos objetivos: como propuesta cristiana y como aliento para todas las personas que, a través del amor, sean símbolo de misericordia en la vida familiar.
El texto consta de una introducción y nueve capítulos: el primero repasa la familia a partir de la Sagrada Escritura, en el segundo se aterriza en la realidad actual de las familias, el tercero recuerda la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. Los capítulos cuarto y quinto están dedicados al amor, el sexto da unas pistas pastorales para construir hogares sólidos y fecundos según el plan de Dios. El capítulo siete se dedica a la educación de los hijos y el octavo nos habla de cómo acompañar y discernir ante situaciones de fragilidad; el último capítulo nos da algunas pinceladas sobre espiritualidad familiar.
La Exhortación no pretende ser doctrinal sino que invita a comprender, acompañar, y esperar. Promover los valores en cada familia, ser signos de misericordia, es posible si existe la actitud del constante discernimiento. Esto, porque en los principios generales “cuanto más se afrontan las cosas particulares, tanta más indeterminación hay”, porque las normas generales “no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares” (AL 304).